Capítulo I: Furia

16:52 0 Comments A+ a-


Salí de allí corriendo, llorando. No podía creer que aquel chico hubiera dicho algo así sobre mí, que después de estar dos años con él me hubiera dejado así. Comencé a pensar en que tío Jake tenía razón.

Hace dos años decidí que era hora de ir al instituto, por lo que toda mi familia se mudó a Sequim, para permanecer cerca de Charlie y de la manada, a la que yo adoraba a cada instante. Recuerdo que al irme sufrí mucho, que me pegué noches sin poder dormir sabiendo que mi mejor amigo, mi lobito, vendría al amanecer como cada día para desayunar conmigo y con su mejor amiga.

Mi tío Jake era genial, había sido el mejor hermano que hubiera podido tener nunca y ahora cuidaba de mi con un fervor propio de un hermano excesivamente protector. Recuerdo que un día oi una conversación con mamá y le pregunté por aquello de lo que a veces hablaban, la imprimación.

-Creo que no es el momento para explicarte todo lo que ello conlleva. Simplemente debes saber que siempre voy a estar aquí a tu lado, siempre vas a tener a tu tío Jake que te ayudará en todo y te protegerá.

-¿Nos casaremos? –Pregunté con una inocente voz, pues apenas aparentaba los doce años. Su cara se desencajó y torció el gesto-. Eso parece ser un no.

-Bueno, no quieras saber demasiado, eres muy pequeña…

-¡Siempre dices eso!

-Porque lo eres… -Su gesto cambió-. Eres una enana…

Estaba claro que iba a cambiar de tema y lo dejé correr, para que siguiera burlándose de mi tamaño.

A excepción de aquello siempre había compartido todo conmigo y yo con él, incluso compartió su furia cuando le conté tras dos meses de instituto que estaba enamorada y que iba a empezar a salir con aquel chico del que ahora huía… George.

Había sido tan amable al principio y tan buen amigo que fue fácil enamorarse de él. Al principio era un amor más bien platónico, apenas nos tomábamos de las manos y rara era la ocasión que le dejaba que me besara. Pero últimamente la relación estaba cambiando, sus ganas de besarme eran incesante pero había algo en mí que hacía que le rechazara de lleno cuando el beso se alargaba más de unos segundos.

La semana siguiente era el baile y él había pensado que sería buena idea que pasáramos aquella noche juntos, llevaba dos meses insistiendo y yo dándole largas. Odiaba ese aspecto de él.

Ahora acababa de decirme que iba a ir al baile con Giselle, la chica más odiosa de todo el instituto que llevaba a los chicos a su merced. Estaba claro que tenía los ojos puestos en George hacía mucho tiempo, pero no pensé que él fuera a ceder.

Ahora estaba corriendo instintivamente, mi padre y mi madre llamaban a mi móvil pero no quería ver a nadie, sólo quería llorar y estar sola. Llegué hasta el parador de la carretera, ese en el que me encantaba ver la puesta de sol. Alguna vez tío Jake me había llevado allí, creo que por eso me gustaba tanto.

Pasaron dos horas, mis padres y toda mi familia seguían llamando a mi móvil, pero con el único que me apetecía hablar era con Jake, pero no quería molestarle ahora, seguro que en seguida se me pasaría el berrinche.

Un olor conocido quemó mi nariz y me giré. Podía olerle, sabía que estaba como lobo pues su olor era ligeramente diferente cuando estaba en una forma u otra. Seguro que mi madre le había llamado y había venido corriendo desde la Push.

Limpié ligeramente mis lágrimas y cogí aire, mientras podía olerle a mis espaldas llegar a paso humano.

-Nos estábamos volviendo locos… -se sentó a mi lado en el banco-. Alice ha visto a tu amigo yendo al baile con otra chica y cuando no llegabas a casa…

-No es mi amigo. Era mi novio y ahora es el novio de Giselle…

-¿Qué…? -Parecía enfadado, le miré y su mandíbula estaba tensa, sus puños cerrados y su mirada llameaba. Una sensación extraña me recorrió el estómago, esa que llevaba sufriendo desde hace un par de meses cuando le veía-. Es un idiota, no debes preocuparte. Seguro que se arrepiente y vuelve de rodillas…

-No quiero que se arrepienta, no quiero que vuelva.

-¿No?

-No… -me miró de un modo que estuve a punto de decirle las tonterías que me pasaban por la cabeza. Lo que ahora quería no era que George volviera, si no que él fuera el que me pidiera una cita. Algo estúpido dado que apenas aparentaba quince años-. No quiero ir con él al baile… no quiero ir al baile.

-Si llevas hablando de ese baile meses… ¡no digas que no vas a ir!

-Sí, me gustaría ir pero no tengo con quién…

-Yo te llevaré… -le miré sorprendida-. Bueno, si tú quieres.

-No, no quiero que vayas obligado o por pena… prefiero ir sola… -su cara se torció en lo que me pareció pena-. Aunque… ir al baile con un chico mayor y guapo…

-¿Mayor y guapo?

-Sí, es evidente… -le señalé-. Eres más mayor que cualquiera de los chicos del instituto… y más atractivo… -su cara se quedó helada-. Vaya, al menos que los que yo conozco…

-Entonces… ¿quieres que vaya?

-Sí…

-Bueno, pues deja de lloriquear por él... –ahora parecía controlar su furia de nuevo-. Es un niño tonto, que no sabe lo que está perdiendo… tú vales más que cualquiera de esas tontas chicas a las que él pueda impresionar… -sonreí pero su furia era palpable aún-. En serio, si no fuera porque mi naturaleza hace que los proteja, le pegaría por haberte hecho llorar.

-Vale, vale… ¿Me llevas a casa?

-¿Una carrera?

Salí de un salto del banco mientras él me seguía. Me sorprendió que corriera como humano y más aún que cuando llegamos a mi casa mamá le dejara quedarse a dormir. Estuvo distrayéndome toda la noche hasta que por fin caí dormida en el sofá, apoyada sobre él viendo una estúpida película.