Capítulo XX: Demasiados cambios.

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Los párrafos entre *** son recuerdos...

Podía ver las nubes por la ventana del avión. Volvíamos a casa. Miré aquel rostro, apoyado en mi hombro nuestras manos entrelazadas, aquellos labios que me llamaban para besarlos. Pero no podía hacerlo, no ahora. Debía esperar, debía aclararme, debía saber si realmente quería esto. Sus ojos me miraron y sus labios carnosos se tornaron en una sonrisa, haciendo que mi ansia por besarlos creciera. Le guiñé el ojo, mirando a nuestros compañeros de viaje, que seguían durmiendo. Me abrazó fuerte, besó mi hombro y volvió de nuevo a sonreír, lo que hacía que mi sonrisa se dibujara al antojo de la suya. Avisaron de que íbamos a aterrizar, nos erguimos y soltamos nuestras manos, no queríamos que el resto se dieran cuenta, aunque en el fondo lo suponían después de toda la semana.
Aterrizamos, nos hicimos las típicas fotos en las escaleras del avión mientras bajábamos… su mano me rozó levemente y envió un escalofrío por mi columna. Nos miramos de reojo y sonreímos. Si esto iba a ser así siempre, no tenía nada que pensar. Recogimos nuestro equipaje, mi maleta salió la última por lo que me retrasé, pero su cuerpo comenzó a caminar más despacio para poder ir en último lugar. Nuestras manos seguían rozándose, hasta que al final no pude soportar esas descargas y me aferré a su mano, me daba igual.
Llegábamos a la salida, donde nuestras familias esperaban, por lo que soltamos nuestras manos antes de tiempo. Ahora mi mano se sentía fría sin su calor, pero debía concentrarme en algo más importante, debía evitar que mi padre se enterase, al menos debía ser fuerte hasta que mamá pudiera cubrirme. Nos despedimos con un frío abrazo a los ojos de los demás, pero sólo yo pude notar su mano aferrando mi cintura como si no quisiera alejarse, como si quisiera volver a pasar una semana así.

Monté en el jeep que mi tío Emmett le había prestado a papá, nuestras maletas eran enormes. Darlene y Sullivan vendrían conmigo, mis padres les acercarían a casa. Meg, Ryan y Kevin se marcharon con la madre de Ryan, mientras que Allison y Mary se marchaban con los suyos. Dejamos primero a Sullivan, quedando sola ante las miradas curiosas de Darlene. Sabía que quería que le contara que había pasado esa noche, quería saberlo, pero… llegamos a su casa.

-¿Ha pasado algo? –Mi padre me miraba ceñudo, odiaba que le ocultara mis pensamientos-.
-No, sólo practico –dije sonriendo-. Me gustaría contaros a todos el viaje a la vez, para no contarlo veinte veces, así que no quiero que sepas más que el resto. No es justo…
-¿Cómo lo harás mientras duermas? –Levantó una ceja y me sonrió-.
-Yo la ayudaré… -dijo mamá sonriéndome-. Me parece bien que quiera hacerlo así…

Llegamos a casa y con la excusa de estar cansada me fui a mi cuarto. Mi madre apareció a los minutos para ayudarme a deshacer la maleta.
-Ocurre algo, ¿verdad?
-¿Puedes cubrirme? Necesito pensar, no puedo hacerlo si estoy pendiente de bloquearle.
-Está bien cariño, pero… Quiero que sepas que puedes confiar en mí… Sé que tus planes para este año no han salido como querías… Sé lo frustrante que es que tu vida cambie de un momento a otro, sé lo confusa que puedes sentirte –acarició mi pelo, pero mi gesto era frío, no podía bajar la guardia o todo saldría como agua a presión, eso era malo-. Mañana iremos a comer a casa de tus abuelos, pondré mi escudo en marcha y cuando tu me digas lo quitaré… -me hizo una señal. Puse mi mano en su rostro, mostrándole lo mucho que la quería, lo agradecida que me sentía por esto y lo que necesitaba pensar. Ella besó mi frente-. Date un baño, seguro que así puedes pensar mejor, más tranquila. Yo desharé tu maleta.
-Gracias mamá.
-¿Tan pronto te has rendido? –Mi padre apareció por las escaleras-. Pareces muy alterada… si es algo importante puedes contarlo, no creo que los demás se enfaden…
-Papá, es simplemente que necesito privacidad… no te ofendas, ¿vale?
-Ven aquí… -mi padre me abrazó y me besó la frente-. Si necesitas algo, ahora deberás usar tu voz… -Sonreía, no estaba ofendido-.

Cogí la poca ropa limpia que quedaba de mi viaje y bajé a darme un baño. Mi madre tenía razón, en los últimos nueve meses nada había salido como yo esperaba, todo había cambiado tanto… Recordé el punto de partida. La boda. La casa de Jake. Aquella visita de Jake….

*** Eran primeros de abril, mi abuelo me había explicado todo lo que le había dicho Odamae y que por mi seguridad me iba a ir a pasar un tiempo a Forks, con Jacob, a su casa. Vendría a por mí el sábado, a mis compañeros les diría que había un problema familiar y debía estar en casa con ellos. Empecé a pensar en todas las razones por las que me llevaban a Forks, con Jake y no con mi abuelo… así que mi padre acabó explicándome que lo iba a pasar mal, muy mal. Mi sed aumentaría de una manera difícil de imaginar, por lo que no era seguro que me quedara con el abuelo. Además, si había cualquier problema Jacob sabría reaccionar mejor que mi abuelo, por lo que me quedaba con él. Estaba emocionada, me pasé toda la semana hablando de que volvía a casa por un par de semanas en principio, ya que tampoco sabíamos cuánto tiempo iba a llevar esa fase.
El jueves me desperté temprano, Nahuel y yo fuimos de caza esta vez, estaba saliendo con Sayen más en serio, quería cazar todas las mañanas para hacerle más llevadero el poder besarla. Era muy tierno verlos, se sincronizaban muy bien. Allison estaba muy callada, algo raro en ella. Mary comenzó a explicarme que le había llegado a su padre una carta de los abogados sobre la herencia de sus padres. A la hora de comer decidimos salir a la entrada, para disfrutar un poco del sol, que hoy había decidido aparecer. Bromeábamos sobre una mansión cuando Allison se levantó y nos encaró, quería contarnos porqué estaba así, iba a quitar su coraza por unos instantes.
Sus padres la habían dejado como heredera, por lo cual ahora tenía dos casas en California y unos cuantos miles de dólares en su cuenta corriente, los cuales no podía usar hasta su mayoría de edad. Tenía claro vender la casa de Oakland, pero no sabía qué hacer con la casa de Jenner, sólo había estado un par de veces con su madre mientras su padre trabajaba… y le encantaba esa casa, pero debía decidir qué hacer con ella en menos de una semana. Hizo una mueca y comenzó a planear algo para el viernes, hacerme una despedida. Entonces su olor me llenó, inspiré hondo y cada célula de mi cuerpo vibraba. Un rugido de motor me indicó hacia dónde mirar, viéndole llegar en su moto, con un paquete en la parte de atrás. Me levanté de un salto, él bajó de su moto y se quitó el casco, dejándome ver aquella sonrisa, salté y me cogió en el vuelo, aferrándome con brazos y piernas a su torso, aquel torso que me había hecho suspirar últimamente. Venía cada dos o tres semanas, las llamadas eran frecuentes y los mensajes diarios. Pero aún así tenía ganas de él a cada minuto. Oí como mis amigos silbaban ante una escena que parecería algo muy romántico, si no fuera porque él aparentaba los veinticinco y yo los quince escasos. Me bajó y me explicó que no iba a poder venir el sábado, por lo que había llamado a casa para que preparasen mis maletas y darme una sorpresa. Nos íbamos a Forks ya, si es que quería, me dio la opción de esperar a terminar mis clases pero no quería, quería marcharme con él, a su casa, a mi cuarto en su casa.
Su sonrisa relucía, me tendió un casco igual que el suyo, pero con los colores invertidos. Me despedí de mis amigos y cogí mis cosas, me despedí de tía Alice y de Nahuel y fuimos a casa de mis abuelos para que pudiera despedirme del resto. Mi madre me besó miles de veces, al igual que mi padre y mi abuela Esme. Comenzaba a anochecer cuando llegamos a Forks.

Había algo así como una fiesta de bienvenida, todos estaban felices de verme… Se hizo noche cerrada y todos se marcharon, mientras Jake me ayudó a deshacer las maletas. Sus ojos no paraban de analizar cada ligero movimiento de mi cuerpo.
-Estoy bien… -rodé los ojos-. No creo que sea para tanto cómo dijeron, ya sabes que a veces se pasan de precavidos…
-No es eso… es… -hizo una mueca y tragó saliva-. Bueno, cada vez que te veo… estás más… cambiada.
-Es lo que tiene crecer…
-Sí, bueno… y más a tu ritmo… -dijo despeinándome-. En serio, Alice me da miedo, ha dicho que mandará un camión con tus cosas… ¿Necesitas tanta ropa?
-Bueno, en parte sí… con lo que hay en esta maleta no tengo ni para tres días… -realmente sólo tenía un pijama y un par de mudas limpias… no podía coger más para ir en la moto-. Pero para un camión no… quizá un coche sí… -dije riendo-.

Me dejó sola para que me diera un baño y me pusiera el pijama. Mi tía Rose me había puesto un arsenal de productos femeninos en mi maleta, los fui guardando en los armarios, el neceser, un par de colonias y lo necesario para días como los que venían. Me di una ducha rápida, no me apetecía perder tiempo. Me puse el pijama y recogí mi pelo mojado en una toalla. Bajé a la cocina, el olor a pollo me atrajo. Cenamos y estuvimos viendo películas hasta tarde, me llevó en brazos a la cama, me había quedado dormida como ya era costumbre.
Pasó el fin de semana, repitiendo más o menos el mismo patrón. Jake preparaba el desayuno, iba con él al taller donde alguno de ellos me enseñaba algo de mecánica, Seth se metía conmigo y luego comíamos en casa de Seth, con Sue, Leah y mi abuelo. Sue y Leah estaban al corriente, ya que me dijeron cosas sobre cómo se sentían ellas, avisando también a Jake. Aquello empezaba a ser una rutina que me gustaba, pero no podía ser todo idílico.
El lunes llegó un paquete de Monroe, de parte de tía Alice. Era una caja enorme, me había mandado varios pantalones, varias camisetas, varios conjuntos y un pijama corto, demasiado corto.
El jueves por la noche estábamos en el sofá viendo una película de humor, cuando noté que algo desgarraba mis entrañas. Mi grito de dolor dejó mi garganta seca, mis ojos llorosos y a Jake con una cara entre el dolor y la preocupación. Abracé mi tripa, intentando moverme lo menos posible. Jake no sabía que hacer, así que llamo a Leah que apareció a los cinco minutos.
La verdad es que fue muy amable, le dijo a Jake que me subiera a la cama, me arropó y me dijo que estaría mejor en posición fetal. Tenía razón, eso palió ligeramente el dolor. Después miró a Jake, que estaba desesperado y nervioso.
-¡Eh! Lo que menos necesita es que estés por aquí más nervioso que ella… -dijo echándole al pasillo-. Llama al “Doctor Colmillos”, avísale de lo que ocurre y dile que si podemos darle algo que calme su dolor –cerró la puerta en los morros de Jacob-. ¿Qué tal vas? Si te quedas así se pasará, ten… -me tendió un cojín-. Ponlo entre tus rodillas y tu vientre, dará calor, que también ayuda… -hizo una mueca-. Al menos a las humanas… -me pareció escuchar-.
-Gracias Leah…
-Intenta dormir, cuanto más duermas menos lo notarás.

Intenté hacerlo y lo conseguí. Soñaba con Monroe, con el instituto y cómo era una chica normal, me imaginé llegando vestida con las ropas que llevaba Darlene su primer día… me resultó gracioso. Pero el sueño se tornó pesadilla, porque ya no era normal, era de nuevo yo, más salvaje. Quería sangre, comencé a morder a mis amigos y compañeros, pero mi sed no se saciaba. Comencé a moverme y grité, el dolor había vuelto. Noté unas manos cálidas sujetarme.
-Nessie, tranquila, estoy aquí, soy yo… -su voz me tranquilizaba, pero no paliaba el dolor-. Espera, ¿puedo dejarte sola?
-¡No! –Chillé-.
-Está bien, espero no hacerte daño… -Me cogió en brazos con las sábanas incluidas, teniendo cuidado de no moverme demasiado. Bajamos las escaleras lentamente, tumbándome en el sillón. Aferré una almohada y apagué un quejido en ella. Jake desapareció y volvió a los tres segundos con un vaso de agua y una pastilla-. Es un calmante, Leah me lo ha traído. Tu abuelo dice que te ayudará.
-Gracias… -él me sonreía, lo que me ayudó a evadirme de aquel intenso dolor-. Mi abuelo dice que mi cuerpo cambia, no como el de los vampiros completos. Pero esa parte de mi no está hecha para cambiar, por lo que… -hice una mueca-. No creí que en verdad fuera a doler tanto…
-He hablado con las chicas sobre eso… -se sonrojó y me reí, lo que hizo que me retorciera de dolor. Acarició mi pelo-. Dicen que con el tiempo se lleva mejor… ya verás.

Estuve durante dos horas allí. Había mordido la almohada como ocho veces. Jake me hablaba para distraerme, lo que agradecía, excepto cuando me hacía reír. La novena vez el cojín estaba a desmano, Jake me tendió su brazo, creando una situación extraña. Le mordí, como cuando era pequeña, pero esta vez le hice sangre, pudiendo saborearla. Me gustó, succioné durante un par de segundos hasta que recobré la cordura y me asusté, apartando su brazo de golpe. Él lamió la herida y acunó su brazo en el pecho.
-¡Lo siento! –medio chillé-. En serio Jake, ¡lo siento!
-No pasa nada –dijo negando con la cabeza-. Lo lamento, no pensé que mordieras tan fuerte como para hacerme sangre… debí haberlo pensado… ¿Estás bien?
-¿Te he hecho daño?
-No, para nada… pero tú ¿estás bien? –parecía preocupado por lo que asentí-. Entonces todo está bien… -me acariciaba el pelo-. No te preocupes.
-¿Crees que puedo tomar otro calmante?
-Llamaré a tu abuelo…

Mi abuelo dijo que sí, así que tomé otra pastilla. Me sentía bastante mejor, pero tenía mucho sueño. Jake me llevó de nuevo a mi cama, dejándome el cojín a mano.
-Vete cuando me duerma, no quiero que dejes de dormir por mi culpa…
-No te preocupes por mí ahora…
-En serio, me enfadaré como estés aquí cuando me despierte…
-Vale, me iré cuando te duermas…

No tardé mucho en caer rendida al sueño. Esta vez no soñé nada, pero un olor me estaba volviendo loca. Me recordaba a algo, algo que me angustiaba. Comencé a moverme y me desperté. Me dí cuenta de qué era ese olor… sangre. Me levanté y quité las sábanas rápidamente, las metí en la bañera y abrí el grifo. Me desnudé y me metí en la ducha. El agua se llevaba parte de ese olor, pero no todo. Comencé a echar jabón en la bañera, en mi cuerpo, quería quitar ese olor o me iba a volver loca. Ya me habían explicado cómo hacer uso de todo el arsenal que había traído así que salí de la ducha dejando el agua correr, llevándose los restos de aquel odioso olor.
Mi pijama estaba chorreando, así que abrí el armario y me puse aquel albornoz gris claro, salí al vestidor a por muda limpia, pero no me quedaban pijamas, el pijama corto estaba en la cesta de la ropa sucia, así que me puse un conjunto de ropa interior blanco, ya pensaría después. Mi piel olía a jabón, un olor a cítricos que me abrió el apetito. Bajé las escaleras despacio, el dolor había disminuido bastante. Abrí la nevera y cogí un vaso, comencé a beber zumo. Cuando llevaba cinco vasos pude verle, Jake estaba mirándome raro.
-Yo… tenía sed –dije girándome por completo. Jake cerró los ojos y miró para otro lado. Me di cuenta de que sólo llevaba la ropa interior y el albornoz. Me tapé rápido-. ¡Perdón!
-Ness… -medio abrió un ojo, para cerciorarse que me había tapado y después me miró-. Nessie… creí que me ibas a despertar si necesitabas algo…
-Sólo necesitaba beber algo… y una ducha… bueno y creo que necesito un pijama…
-Vale, no tengo pijamas de tu talla… -dijo riendo-. Pero algo podremos hacer… -no preguntó por el otro, algo que me chocó-. ¿Necesitas comer algo más? ¿Quieres ir de caza?
-¿Ahora?
-No sé… bueno, da igual, pero pídeme lo que necesites, ¿vale?
-¿Cualquier cosa? –Me miró raro. Me di cuenta de que estaba mordiendo mi labio. ¿Qué estaba haciendo? Sacudí mi cabeza-. Un pijama, creo que con eso de momento bastará.
-Ven… -me tendió la mano y yo se la cogí. Me llevó arriba, a su cuarto. Abrió un cajón y sacó una camiseta suya, enorme-. De hecho… -abrió otro cajón y sacó un pantalón-. No tengo ni siquiera pijamas como tal… tengo camisetas y pantalones que uso para dormir… pero…
-Ya veo… -dije mirando la ropa-. No importa, gracias… -le di un beso en la mejilla y me marché a mi cuarto. Entré al vestidor y me puse el pantalón y la camiseta gigante, me iba todo gigante, como en mi sueño. Me reí mientras entraba a dejar el albornoz. La bañera estaba vacía-. ¿Jake?
-¿Sí? –En tres segundos estaba en mi cuarto-.
-Has… -hice una mueca y me sonrojé- ¿Has cogido mi ropa?
-Sí, bueno, te he oído y bueno, quería hacértelo un poco más fácil… está en la lavadora… si quieres luego puedo ponerlo en la secadora, en una hora estará listo…
-No, da igual… -me sonrojé, debería haber pensado en ello-. Debería haberlo hecho yo…
-Bueno, si quieres… ¿me ayudas a hacer tu cama de nuevo? –dijo intentando animarme-. Tengo un par de juegos, ¿rosa o naranja?
-Jake… -me sentía estúpida, pero no podía hacerle sentir mal, me sonreía, sólo quería verme bien-. No sé… creo que… naranja.
-Vale, naranja.

Buscó en la cómoda e hicimos la cama en silencio, no me apetecía hablar y él lo sabía, no dejaba de mirar mi cara, que no debía estar muy alegre. La puerta de su cuarto estaba abierta y pude ver mi cuadro, aquel que salíamos abrazados. Terminamos y salí al balcón, necesitaba aire y aquella vista del bosque me hacía sentirme mejor. Mi nariz se despejó, arrastrando aquel resto de olor dulzón. Suspiré.
-¿Necesitas algo más? –le miré, estaba apoyado en la puerta, la luz de la noche hacía que se viera guapo, elegante, incluso… sexy. No, no podía pensar así… sacudí mi cabeza-. ¿Estás bien?
-Sí, sí… no te preocupes… -me quedé mirando aquel cielo estrellado, tan parecido al de Monroe. Él simplemente se acercó y me abrazó, como la vez de la foto-. Te quiero Jake…***

Mi madre llamó a la puerta, debía de llevar al menos veinte minutos en el baño. Salí y me puse el pijama, bajando al salón para darles un beso de buenas noches. Me miraban preocupados.
-¿Estás bien? –mi padre insistía-.
-Sólo un poco cansada, no te preocupes…
-Bueno, ves a dormir entonces… mañana iremos a comer a casa de tus abuelos… ya sabes que todos te agobiarán con su bienvenida… -dijo sonriéndome. No pude evitar abrazarle, tomé su rostro y le enseñé que era el mejor padre del mundo, que lo quería y que prometía contarle todo después de esta noche. Él asintió-. Yo también te quiero pequeña…

Subí de nuevo a mi cuarto y miré los nuevos muebles. A veces me pasaba, veía los antiguos muebles, esos que había antes… los que me había hecho él. Suspiré mirando mi nuevo cuarto, una cama de matrimonio enorme con dosel, del que caía una tela vaporosa dejando ver el edredón naranja con estampados en rosa. Las sábanas eran en violeta, quizá demasiado colorido… pero mis tías eras así. Los muebles eran en color blanco, con un armario enorme, que ocupaba media habitación, a la derecha. A la izquierda pegado a los cristales había un escritorio enorme, con una estantería que ocupaba la mitad de la pared. Habían puesto el suelo de madera clara, con una alfombra con el mismo estampado que la colcha. Me tumbé en la cama, mirando el cielo a través de aquella tela vaporosa. Comencé a recordar aquel dolor que sentí cuando volví a casa y comencé a romper los muebles, recordando la razón por lo que lo hice.

***Le había dicho que le quería, como muchas otras veces. Aproveché su abrazo para llevarle al silloncito y sentarme encima de él, acurrucada como cuando era pequeña. No sé en qué momento me quedé dormida, sólo noté como sus brazos me dejaban en la cama y me arropaban, sus labios besaban mi cabello.
Al día siguiente los chicos pasaron por casa, por lo que cuando bajé a la cocina la mesa estaba casi llena. Sonreí al verles pelear por los trozos de carne, Jacob no daba a basto para prepararlos. Se quedaron quietos mirándome, boquiabiertos, como si esperaran que me fuera a romper. Rodé los ojos y suspiré, poniéndome al lado de Jacob con otra sartén… iba a hacer falta.
-Podíais haber traído algo más que hambre… -dije mientras Jacob sonreía, parecía feliz de verme mejor, pero ellos seguían mirándome igual-. ¿Qué?
-Nada… ¿Qué tal estás? –Seth ahora estaba sujetándome por la cintura y mirándome, más bien examinándome-. Quiero decir…
-No pasa nada, en serio… no me preguntéis como si estuviera agonizando en mi lecho de muerte… sólo es un ligero cambio… se pasará…
-Bueno… es que… -Seth miró a Jake de reojo-. Hemos visto lo que te pasó ayer…
-Olvidarlo, ¿vale? –Miré a todos, incluso a Jake-. No quiero que tengáis esa imagen de mí… Pero bueno, no cambiéis de tema… ¿no habéis traído nada como aportación? Vais a agotar nuestras reservas de comida para una semana… o dos… -Embry engullía en último trozo de carne mientras el resto se había despistado por mis palabras. Él me sonrió y no pude evitar reír mientras el resto le recriminaban el no compartir-. En serio chicos… me alegro que hayáis venido…
Después de la comilona se fueron al taller, pero Jacob se quedó conmigo.
-Podemos ir de caza si quieres, si no deberíamos ir a por comida…
-¿Crees que si nos cruzamos con alguien tendré problemas? –Los dos sabíamos a qué nos referíamos, pero se encogió de hombros-. Quizá, por precaución, deberíamos ir de caza y después a comprar…
-Vale, me parece lo más adecuado. Iré haciendo una lista de lo que nos han saqueado mientras te arreglas… -Suspiró y miró todos los platos que había en la mesa-. Quizá debería fregar antes…
Subí al baño y me planteé ciertas cosas… ¿Cómo iba a hacer para no desesperarme? Estos productos había que cambiarlos, algo que supondría un reto para mi control. Bajé de nuevo a la cocina y miré a Jacob, que estaba fregando.
-¿No te habías ido a arreglar?
-Sí… pero… -Miré en busca de un recipiente metálico. El cubo de basura parecía resistente, miré la despensa, pero no había nada de lo que estaba buscando-. ¿Has dado alguna fiesta en casa?
-No… -me miró confuso-. ¿Qué necesitas?
-Alcohol, eso o cualquier sustancia inflamable –su cara de confusión ahora mostraba también preocupación, pensaría que me estaba volviendo loca, una pirómana-. Mira, necesito tu cubo de basura en mi baño, y algo que prenda… mi abuelo incinera todo lo que usa en sus pruebas… ¿entiendes?
-¡Oh! –Se quedó estático, pensando, se puso rojo y después sacó las manos de la pila de platos, sacó la bolsa del cubo y buscó por los armarios-. Dame un par de minutos, en el taller seguro que hay…
Salió pitando y me dejó sola. Subí el cubo al baño, y comencé a buscar qué ponerme. No me apetecía ponerme nada de lo que Alice me había mandado, vestidos, faldas y algún pantalón pitillo. Pero no había otra cosa, así que escogí unos pitillos negros y una sudadera gris. La puerta de mi cuarto sonó y abrí.
-Creo que esto te servirá… -Levantó una pequeña botella de alcohol de quemar y una caja de cerillas. Asentí-. ¿Necesitas algo más? ¿Quieres que prepare algo?
-No Jake, intimidad… -Él se sonrojó y asintió mientras cerraba la puerta-.
Puse medio bote de alcohol en el cubo, y el cubo en el lavabo, prendí una cerilla y la tiré al cubo. El olor a alcohol despejó mi nariz, así que dejé de respirar en ese momento. Añadí papel para que generara más fuego y procedí. Seguí sin respirar hasta que todo comenzaba a arder. Añadí más alcohol para despejar mi nariz y abrí la ventana y la puerta del balcón. Después tapé el cubo y me metí a la ducha.
Cuando bajé Jake estaba en el sofá escribiendo, me miró con curiosidad, sabía que quería preguntar pero no sabía qué decir, y yo tampoco sabría que contestarle así que asentí y él también… traducción, todo estaba bien. Fuimos a cazar, Jake no tenía ganas y yo creía que tampoco, pero me zampé la sangre de dos ciervos macho y de una hembra.
Cuando fuimos al supermercado estaba algo nerviosa, pero todo iba bien, ningún olor despertaba en mí mucha sed. Aún así Jake cogió mi mano y me sonrió, quería que me relajara, así que no solté su mano. Me colgué de su brazo mientras él empujaba el carrito y comenzamos a echar cosas al mismo. Los dos nos echamos a reír cuando Jake cogió tarrinas de helado de vainilla y chocolate.
Pasamos el día viendo la tele, leyendo… por la tarde fuimos un rato al taller pero me sentí mal y volvimos a casa, Jake insistió en que debía descansar, no dejaba de protegerme y cuidarme, a veces incluso me agobiaba que estuviera tan pendiente de mí.

Así pasaron los días, llegando al viernes de la semana siguiente, cuando me pasó algo extraño. Todo iba de maravilla, hasta aquella noche. Fuimos a pasar la tarde en La Push, estuvimos con toda la manada y las chicas en la playa, después fuimos a cenar a casa de Sue, con Seth, Leah, Charlie y Billy. Habíamos ido a cazar por la mañana, me había pasado para poder estar más relajada en la cena.
Todo fue bien, hasta que entré en el coche con Jake y Billy, comenzó a entrarme sed. Jake me miraba por el retrovisor, así que aceleró. Se lo agradecí. Jacob ayudó a su padre a entrar en casa a toda velocidad y volvió al coche en seguida arrancando y levantando una nube de polvo al salir. Iba rápido, demasiado. Dejamos el coche en casa y me cogió de la mano. Salimos corriendo en busca de alguna presa, pude saciarme con los pocos animales que encontramos.
Al llegar a casa me puse el pijama y salí al balcón, me sentía torpe por no haber podido aguantar más de un día sin beber. Jake apareció envolviéndome en una manta y abrazándome.
-Lo has hecho bien, no te preocupes… -dijo consolándome-. Ha sido culpa mía, no debí haberte expuesto durante todo el día a estar rodeada de gente… debí haberlo pensado mejor…
-No te tortures, estoy bien. Todos estamos bien.
No sé porqué me levanté y le cogí de la mano, le abracé fuerte, me sentía mal y sus abrazos me consolaban. Estuvimos así durante un par de minutos, pero no me sentía bien como para dormir, al menos sin él. Le cogí de la mano y le llevé dentro de la habitación, forzándole a que se tumbara junto a mí. No dijo nada, sólo me abrazó y yo me escondí en su pecho, inhalé su olor y eso despertó ligeramente mi sed, pero no podía hacerlo. Rodé hasta la otra punta de la cama, pero necesitaba su abrazo. Mi nerviosismo aumentó, necesitaba su abrazo, pero su abrazo me daba sed, pero no quería hacerle daño… Él me miró atento y me acarició la cara, pasando su muñeca cerca de mi boca lo que me alteró. Él se dio cuenta y se quedó quieto.
-¿Sigues con sed? –Le miré triste, sabía que se iría para evitarme sufrir pero no quería que se fuera. Cerré los ojos, no podía exponerle así… asentí-. Lo siento… siento que estés así por mi culpa… -Me acercó a él, poniendo su antebrazo en mi boca. Le miré asustada-. No me vas a hacer daño, escuece un poco, pero puedo soportarlo… tú no puedes estar toda la noche así…
-Jake, no quiero… no quiero hacerte daño…
Comencé a llorar, estaba asustada, estaba desconsolada. Él me abrazó y se incorporó, acunándome como a una niña. Su abrazo no me consolaba, me hacía estar peor. Salí al balcón de nuevo, cogí aire y él me miraba, en la misma posición, sin apenas moverse. Inspiré hondo, capté un olor y salí disparada, saltando por el balcón y notando cómo Jacob caía un segundo más tarde que yo, que corría directa a mi nueva presa. El olor era intenso, había varios animales. Cada vez más intenso y las pude ver. Había recorrido unos diez kilómetros al norte, había una gran nave. Me quedé quieta mientras Jacob se ponía a mi altura.
-¿Vacas? No son salvajes, tienen dueño ¿sabes?...
-Lo sé, pero le recompensaré… lo necesito Jake… -hizo una mueca-. No voy a hacerte daño, eso lo tengo claro… prefiero hacer perder un par de vacas a un ganadero que hacerte daño a ti…
-Ya, pero no puedes evitar hacer ruido, se pondrán histéricas y despertarás al ganadero… -dijo señalando una casa a doscientos metros-. Será difícil de explicarle qué es lo que está viendo…
Me enfadé, pero tenía razón… me dirigí hacia el este seguida por él. Otro olor captó mi atención y tomé rumbo suroeste. Un oso enorme dormía, así que no lo pensé y me abalancé sobre él. Se levantó al introducir mis dientes en su piel, comenzó a gruñir y a tambalearse, pero le había atacado por la espalda. A los minutos cayó al suelo, mientras yo seguía bebiendo hasta que su corazón no tuvo nada que bombear y se colapsó. Me sentí bien, plena, fuerte, feliz. Pero la cara de Jacob era de enfado, me miraba en posición de salto, temblando, no me había dado cuenta de que iba a entrar en fase para ayudarme.
-¡Estoy bien, Jake! No pasa nada…
-¿Qué estás bien? ¡Era un oso, maldita sea! ¡Podía haberse despertado antes y haberte atacado! ¿Es que no piensas? –estaba enfadado, pero sus palabras me hirieron… le gruñí y su gesto cambió. Ahora además de enfadado estaba sorprendido y abatido. Se giró y comenzó a caminar-. Te espero en casa, veo que no me necesitas para hacer esto… -parecía triste, agotado, se marchaba-.
-¡Jake, espera! –Corrí hacia él y salté a s
u espalda como momentos antes al oso-. Lo siento, Jake, lo siento. No me daba cuenta, sólo tenía sed y estaba frustrada, lo siento… Prometo no volver a hacer algo así…
Jake comenzó a caminar conmigo encima, sujetándome. Me llevaba de vuelta a casa. No habló durante todo el camino, abrió la puerta y me bajó de su espalda.
-Me voy a dormir, buenas noches… -estaba muy raro, seguía enfadado-.

Me fui a mi habitación y me tumbé, pero no podía dormir. Me levanté y toqué tres veces en su puerta, no oía nada, ni siquiera ronquidos. Abrí despacio y le miré, estaba de espaldas a la puerta y rodeé su cama para verle. Tenía los ojos cerrados pero no dormía, su gesto seguía siendo el mismo. Cogí sus brazos y me rodeé con ellos, mirándole fijamente mientras abría los ojos.
-Lo siento, Jake… -fue todo lo que pude decir, ¿qué mas decirle? Además… las lágrimas comenzaron a fluir-.
-No llores… -estaba serio, pero ya no tanto. Limpió mis lágrimas-. No es culpa tuya, no estaba preparado para esto, aunque creo que nadie podía estarlo… creo que será mejor que llame mañana a Carlisle, él sabrá mejor que yo qué hacer…
-No Jake, no quiero… quiero quedarme contigo…
-Estarás mejor con tu abuelo… -ahora medio sonreía-. Él te cuidará mejor… yo no puedo controlarte tanto como él, además me enfado al verte hacer según que cosas que pueden ser peligrosas, pero sé que necesitas… Yo también estoy contento de que estés aquí, pero… es lo mejor.
-¡No! –Mi cabeza negaba mientras buscaba su pecho, escondiéndome de su mirada, las lágrimas brotaron y no cesaban, entró en juego el sollozo, lo que hizo que volviera a acunarme como antes…-. No quiero irme, no quiero irme…
-Lo sé, ni yo quiero que te vayas, pero es lo mejor para ti.
-¿Ya no quieres que esté contigo? Te prometo no molestar…
-Claro que quiero que estés conmigo -dijo tomando mi barbilla y mirándome a los ojos-. Si por mí fuera, no te separaría de mí nunca, pero debes hacerlo por ti, por tu felicidad y por tu bien.

No pude evitarlo, le abracé y él besó mi hombro. Su olor llenó mi cabeza, pero ahora no me daba sed de sangre, si no de su consuelo, de su amor… besé su cuello que estaba humedecido con mis lágrimas, él volvió a besar mi hombro, acerándose a mi cuello, descargando una corriente directo a mi corazón, que hizo que besara el hueso de su mandíbula que se tensó. Se alejó y miró mis ojos, hizo una mueca y besó mi frente.
Notaba frío, me levanté y la puerta del balcón estaba abierta. Hice una mueca fulminando mi cama, no recordaba haberme dormido en ella… Quizá había soñado todo… volví a su cuarto y escuché unos leves ronquidos, lo que me hizo sonreír. Entré y me acerqué, estaba de espaldas a la puerta, por lo que no podía ver su rostro… ¿Seguiría enfadado? Sólo había una manera de comprobarlo, así que me puse frente a él, mirando su relajado rostro durmiendo. No seguía enfadado, eso… eso me liberó de algún modo y ahora sólo quería estar en el refugio de sus brazos. Él abrió los ojos y me miró preocupado.
-¿Estás bien?
-Sí… eso creo… -dudé-. ¿Por qué me he despertado sola en mi cuarto? –Él junto sus cejas-. Quiero decir… -no sabía cómo expresarlo, pero sabía lo que quería-. Bueno, yo pensé que… -¿Yo pensé? ¿Qué estaba diciendo?-. Da igual…
-Nessie… -me miró incorporándose mientras yo salía de su cuarto-. ¿Qué pasa?
-Nada… -mi voz sonó resignada, estaba resignada. Él hizo una mueca, sabía que pasaba algo, no se lo podía negar-. No me ha gustado el despertarme sola, nada más…
-Yo… -ahora estaba rojo-. Bueno, es sólo que hace un tiempo hicimos una promesa… no quería romperla… -me miró resignado y suspiró-.
Había tensión, ninguno de los dos sabíamos qué decir, debería haberme ido y haberme callado, pero necesitaba algo, y él siempre decía que le pidiera cualquier cosa que necesitase…
-¿Puedo pedirte algo? –Me miró sorprendido-. Algo que necesito… -le chantajeé-.
-Si es algo que necesitas… -tenía una mirada curiosa y divertida-. ¿Qué es?
-¿Podemos romper la promesa? –Alzó las cejas-. Sólo esta noche, sólo hoy… un paréntesis… ¿si? –Su gesto ahora era reacio-. ¿Por favor?

Me quedé expectante, con las manos juntas, casi rogando. Pude ver cómo su gesto cambiaba y suspiraba, y abría las sábanas para que yo entrara en ellas. Dí un salto mientras aplaudía, me recordé a tía Alice… le abracé mientras me apoyaba en su pecho, mientras me acariciaba. Mi mano acarició su pecho buscando una postura cómoda, pero no se asentaba, comencé a moverme y acabé tumbada con mi torso sobre el suyo, los brazos cruzados, apoyando mi cabeza en ellos y mirándole, mientras sonreía y seguía acariciando mi pelo. Una de mis manos se movió y acarició el contorno de su cara, lo que hizo que él cerrara los ojos. Pronto noté su respiración más pausada, lo que hizo que la mía se pausara también. Y así, tocando su mejilla, pude dormirme de nuevo.

Abrí los ojos y había una tenue luz, sus ojos me miraban, no se había movido y parecía estar despierto desde hace un rato. Me sonreía mientras seguía acariciando mi pelo, no pude evitar morderme el labio y sonreír. Noté que miraba cómo mordía mi labio y me sonrojé, haciendo que él hiciera una mueca y sonriera.
-¿Qué tal has dormido?
-Mejor, al menos ahora no me despierto sola…
-Me alegro… -Se incorporó apoyando su espalda en el cabecero de la cama, llevándome con él-. Puedes dormir un poco más si quieres… -negué con la cabeza-. ¿Quieres que desayunemos? –volví a negar. Permanecimos así durante un rato-. Debo llamar a Carlisle, creo que será mejor que venga a hacerte una revisión…
-No es necesario… además no quiero irme…
-Lo sé, pero quiero saber que estás bien, cosas de un… -dudó. Le miré y pude intuir que la duda era hacia la palabra que le seguía-, de un Jacob preocupado…
-Pero si estoy mejor quizá me haga volver… no quiero irme.
-No tendrás que irte, podemos decirle a tus padres que necesitas unos días más… eso no es problema, pero tu salud sí lo es… -Su gesto cambió arrugando la nariz. Le imité y ambos hicimos una mueca-. Ya están aquí…

Efectivamente, los chicos llegaron unos segundos más tarde. Desayunamos juntos y después Jake llamó a mi abuelo. Pasamos la mañana cazando, hasta que Carlisle nos avisó de que estaba llegando. Volvimos a casa de Jake, conforme llegábamos podía olerle, hasta que lo divisé sentado en las escaleras sonriéndome. Mi abuelo me abrazó y me olisqueó.
-¡Vaya! La verdad es que tu olor ahora es más… -miró a Jake- intenso.
-Será mejor que entremos a casa –Jake me miraba preocupado-. Creo que hay muchas cosas que debes saber…
-Está bien… quiero que me contéis todo lo que hayáis observado, hasta el más mínimo detalle puede ser de ayuda…

Entramos y nos sentamos en el sofá, me puse entre Jake y mi abuelo, pero me alejé ligeramente de Jake para mostrarle a mi abuelo cosas que a nadie más querría mostrar, incluso me costaba enseñárselas a él, y a él verlas por las caras que ponía, pero era algo que debía conocer para poder ayudarme en las siguientes ocasiones. Cuando acabé de mostrarle a mi abuelo mis recuerdos, Jake empezó a narrar los suyos, reacciones extrañas que yo ni siquiera había percibido, aunque la que más me dolió… cuando recordó mi gruñido tras el suceso del oso.
-Está bien, veo que aún te quedan unos días, así que volveré el sábado que viene. Yo creo que el miércoles, quizá el jueves, tu situación se habrá normalizado, pero debemos hacerlo por precaución…

Mi abuelo se quedó hasta después de comer, ya que debía volver al turno de noche en el hospital de Monroe. Le pedí que enviara besos para todos y mientras se marchaba me mantuve serena. El problema empezó cuando ya no podía ver su coche. Me puse histérica y Jake intentó consolarme, pero no quería que me abrazara, quería estar sola.
Estuve llorando toda la tarde, echaba de menos a mi familia. Por la noche Jake llamó a la puerta pero sin entrar, me pidió que bajara a cenar, pero no me apetecía y le volví a pedir intimidad. Comencé a llorar al oírle en el piso de abajo, hablando con Seth, estaba muy preocupado por mí, pero yo no podía dejar que me viera así, ya estaba demasiado preocupado con mis cambios físicos… como para estar además pendiente de mis cambios emocionales. El domingo los chicos vinieron a desayunar, aunque no tenían que ir a trabajar. Seth me intentó convencer de que saliera de mi cuarto, pero Leah intervino y me ayudó, diciendo a su hermano que era mejor dejarme sola hasta que yo quisiera salir por mi misma. Mi móvil sonó, era el abuelo Charlie.
-Nena… ¿qué ocurre?
-No lo sé, abuelo, no lo sé… simplemente no quiero ver a nadie…
-¿Ni siquiera a tu viejo abuelo?
-Yo… -me sentí mal-. ¿Vendrías a cenar con nosotros, esta noche?
-Claro nena, puedo llevar pescado… ayer estuve de pesca con Billy… ya sabes…
-Sí, no sabes dónde guardarlo, ¿no? –no pude evitar reír-.
-Algo así… me alegra que sonrías, cariño… esta noche nos vemos ¿vale? No hagas sufrir más a los chicos, están muy preocupados…
-Está bien… Te quiero abuelo…
-Y yo a ti, nena… y yo a ti.

Colgué y decidí que ya era hora de salir. Me miré al espejo, tenía una pinta horrorosa. Me di una ducha y me puse uno de los vestidos que tía Alice me había mandado. Abrí la puerta y pude oír cómo todos los chicos se asomaban a las escaleras, pero sólo pude ver a Jake,
que me miraba emocionado y preocupado.
-Yo… -me sonrojé, me di cuenta de que todos me miraban del mismo modo-. Lo siento… no sé qué decir… siento haberos preocupado…
-¿Tienes hambre? Creo que Jake tiene helado de chocolate… -Leah me cogió de la mano y me arrastró a la cocina-. Estás muy guapa, en serio.
-Gracias… -miré a Jake, que parecía ligeramente abatido, pero feliz-. Jake… he invitado a mi abuelo a cenar… ¿te importa?
-Para nada, me parece bien…
-¡Genial! –Seth se frotaba las manos-. Seguro que traen pescado, le diré a mi mamá que lo prepare… -dijo mirando a Leah que le sonreía-. Le sale delicioso.
Me limité a comer helado mientras los chicos estaban como cualquier otro día, excepto Jake, que seguía preocupado. Sue y mi abuelo vinieron a cenar, los chicos se quedaron también. Se fueron pronto, pero yo no tenía sueño, por lo que Jake y yo nos pusimos a ver una película. Yo no estaba cansada, pero Jake no había dormido apenas por mi extraño comportamiento. Se quedó dormido en menos de quince minutos, por lo que bajé el volumen y lo acomodé sobre mí. Le miré durante un largo rato hasta que yo también me quedé dormida.
Nos despertamos y empezamos con aquella rutina de nuevo, desayuno en manada, excursión de caza, tarde en el taller y cena antes de un par de películas.
Llegó el jueves, y como había previsto mi abuelo Carlisle, ya estaba en plena forma. No tenía síntoma alguno. Al menos hasta la hora de la caza. Jake corría en su forma lobuna, estaba atacando a un ciervo cuando el olor de Jake golpeó mi cabeza y me cegó. Tiré al ciervo y le miré, no quería hacerlo pero mi parte salvaje me estaba dominando. El lobo aulló, me miró con súplica en los ojos, podía notar su preocupación, sabía que aunque yo atacara él no me haría daño, se dejaría ganar, lo que hizo que viniera una imagen a mi cabeza, yo bebiendo la sangre de aquel lobo. Creo que fue en ese mismo instante cuando la parte más inhumana de mí ganó. Salté y ya casi podía saborear aquella dulce sangre. Casi. Noté un calor en mi costado, después dolor y un intenso chasquido. Caí a unos diez metros, rodé por el suelo y me levanté. Estaba bien. Miré al lobo que se había convertido en mi presa, pero ahora no era sólo él.
Seth se hallaba tirado en el suelo, se levantó con dificultad y cojeó, poniéndose en medio de Jake Embry y Quil. Jake se giró hacia sus amigos y gruñó, me estaba defendiendo al igual que Seth. Entonces aquella niebla que había ocultado mi lado humano se disipó, dejando ver lo que había hecho. Me entraron ganas de llorar, pero no podía. Quería disculparme, atender a Seth, pedir perdón a Jake, pero no podía. Solo pude correr. Corrí hacia la casa, salté al balcón y entré en mi cuarto. Cerré las puertas y cogí mi móvil. No sabía qué hacer, estaba avergonzada, estaba asustada… pero no podía recurrir a mi mayor consuelo, al cual había estado a punto de matar. Comencé a mirar la lista de teléfonos todos eran familiares a los que no quería contarles esto, o humanos que se pensarían que estaba loca. Entonces hallé su nombre y marqué sin pensarlo. Sólo el hecho de oír su voz contestar me consoló. ***

Las lágrimas vinieron a mí sin poder evitarlo. Mi móvil sonó y pude leer aquel mensaje que de cierto modo me consoló.
‘No paro de pensar en ti, en ti y en mí. Ha sido el mejor verano de mi vida, lo será por siempre, aunque solo haya sido por estos tres últimos días. Sé que tienes mucho que pensar, pero yo voy a esperar a que te decidas. Nos vemos el lunes. ‘

Tenía razón, debía pensar en ello. Debía pensar muchas cosas. Había asumido demasiado dolor este año, no era justo para mí, ni para nadie. Pensé fríamente y decidí dejar que el tiempo aclarase mis dudas, sería mejor ir poco a poco, ir preparando el terreno para el desastre que se avecinaba. No quería ni siquiera pensar en cómo se pondría mi familia al enterarse de todo esto.

Mi madre me despertó casi a la hora de comer. Me duché rápidamente y comencé a pensar rápido, me quedaba poco tiempo de protección, mamá retiraría su escudo al llegar a casa de mi abuelo Carlisle. Sería mejor ceñirse lo más posible a la realidad y evitar según que pensamientos…
Llegamos y un huracán de besos y abrazos me dio la bienvenida… seis vampiros malcriando a su pequeña… seis… Papá acarició mi pelo y le miré. Anulé el siguiente pensamiento y comencé a contarles el maravilloso viaje a Jenner. La casa era preciosa, tres plantas, enorme… cuatro baños, cuatro habitaciones dobles y dos individuales, un salón enorme con billar incluido, un comedor muy espacioso, una entrada preciosa y una terraza trasera aún más… bajabas tres escalones y estabas en la arena, a cincuenta metros del mar.
Comía mientras el resto de mi familia me miraba. Ocho vampiros mirándome comer… ocho… volví a desterrar el pensamiento, mientras mi familia me contaba todo lo que habían hecho estos días sin mí. Estuvimos hasta la noche entreteniéndonos, toqué un poco el violín para tío Jasper, poco después papá se unió a mí con su piano. Tía Rose estuvo enseñándome la nueva colección que había diseñado, al igual que mamá y mi abuela Esme me enseñaron aquella preciosa casa que estaban redecorando. Emmett me retó a jugar al DDR, mientras Alice se nos unió, riéndose al ganarnos a los dos… Emmett y Jasper habían apostado algo que tía Alice no quiso contarme.
Pronto volvimos a casa, debía madrugar al día siguiente. Me tumbé y miré mi móvil, leí de nuevo aquel mensaje que me había consolado tanto. Papá se volatilizó en mi cuarto, parecía… raro. Sus ojos desorbitados y su mueca descolocada.
-¿Qué ha sido eso? –preguntó muy asustado. Había olvidado que el escudo de mamá ya no estaba. Miré a mi padre y recordé lo que había pasado en estos últimos días, preparándome para lo peor, preparándome para la inmensa furia que vendría después. Me iba escondiendo bajo la sábana mientras recordaba y mi padre seguía de piedra, como una escultura sin vida. Puso un gesto serio-. No puedo decirte que decisión debes tomar, pero sí quiero pedirte que esperes. No quiero verte sufrir por nadie, ya has sufrido bastante… te apoyaré, todos lo haremos, estoy seguro. Pero tómate un tiempo más largo para pensarlo… una proposición tan seria no puede decidirse en dos días.
-¿No te enfadas?
-No. No puedo hacerlo después de ver lo que ha pasado realmente y cómo has sufrido desde que has llegado. He notado como bloqueabas tus pensamientos… -entristecí-. No quiero que estés triste, quiero verte feliz. Pero no quiero que te crees grandes expectativas ante esta oportunidad, porque tendrás muchas más, te lo aseguro, y no se puede elegir algo porque sea lo primero que viene. Debes ser un poco más paciente.
-Está bien… lo pensaré más detenidamente.
-Yo intentaré no alterarme cuando lo hagas… -dijo con una mueca de disgusto-. Te quiero.
-Y yo papi, y yo…

Me besó la frente y se fue, mientras meditaba la reacción de mi padre, sorprendente a mi parecer… esperaba gritos, aspavientos y posiblemente alguna amenaza de mudarnos ante la posibilidad de ver a su hija saliendo con alguien. Pero sus palabras me habían ayudado, debía pensarlo más detenidamente, debía asimilar todos los cambios… bloqueé el pensamiento.
‘Siento no haber contestado antes, demasiado jaleo con mi hermana, su novio, la familia de su novio… ya sabes. Este viaje me ha venido genial, ha sido maravilloso… de veras me gustaría poder decirte algo ya, pero no me quiero precipitar. Mañana nos vemos. Un beso.’

Me desperté cuando el cielo aún estaba oscuro, por lo que pude ver todos los tonos del cielo durante el amanecer. Era precioso. Me levanté y escogí la ropa, quería estar guapa, más que guapa. Me probé mil modelos, pero al final me decidí por una falda vaquera desflecada, con un blusón en color morado. Me puse unas sandalias negras con la bandolera negra a juego y me dejé el pelo suelto, aunque me empezaba a aburrir, ver mi pelo suelto rizado y recto… suspiré y decidí que necesitaba un poco de sombra de ojos, al igual que brillo en los labios. Me asusté al ver a tío Jazz apoyado en el marco de la puerta, pero me calmó en seguida.
-Como he ganado te llevo yo. Alice está abajo, iremos los tres juntos, luego yo me iré a la facultad… -me miró raro-. ¿Qué va mal?
-Nervios… imagino que es por ser el primer día… aunque los conozco a todos no sé… me da miedo ir yo sola…
-Alice estará contigo, no te preocupes.
-¡Estás preciosa pequeña! –Alice entró danzando por la habitación. Me abrazó mirándonos en el espejo, estábamos realmente guapas, ella sobre todo-. Me encanta ver cómo le das uso a tu armario… deberías llevar una chaqueta, después va a hacer algo más de frío… -se metió en el armario y salió a los tres segundos-. ¡Esta es perfecta! ¡Vamos! No quiero que lleguemos tarde a nuestro primer día ninguno de los tres…

Jasper paró su coche en la puerta del instituto, Alice bajó con mucho estilo y cerró la puerta, mientras Jazz bajaba la ventanilla. Alice se giró y metió medio cuerpo por la ventanilla para darle un tierno beso a su marido. Después se giró y me guiñó el ojo, para salir andando a paso ligero hacia la puerta de entrada.
Me despedí de tío Jazz y bajé del coche. Apenas había caminado unos metros, el coche ya no estaba. Pero había otro, otro que me trajo un aroma que me alteró. Me giré para enfrentarla, sabía que a sus ojos yo era la culpable de… me helé al recordarlo. Salí corriendo hacia el parque y me senté, no podía más, debía dejar de torturarme.
Nahuel había fallecido en un accidente de tráfico a la altura de Sequim, cuando iba en mi busca. Había dejado a Sayen en casa diciendo que había pasado algo grave, que le necesitaba y debía ir en mi ayuda. Esa era al menos la versión. Desde mi vuelta hasta final de curso, todo había sido un suplicio. Había perdido a mis dos mejores amigos… ahora estaba sola con mis amigos mortales, aquellos que poco más se habían turnado en verano para no dejarme sola… aquellos que se habían ido de viaje a una casa perdida en California…

Todo había cambiado demasiado, nada era como antes. Mi vida había pasado en dos años de ser un remanso de paz, tranquilidad, felicidad y simplicidad, a ser un verdadero caos de soledad, angustia, descontrol, pérdidas y encrucijadas que no hacían más que perderme más aún, sin dejar que yo misma me reconozca a lo largo de los cambios… me sentía perdida, sola, incomprendida… sabía que necesitaba algo, algo me faltaba, pero… ¿qué era ese algo? Algo que había perdido por el camino…
Una ligera brisa trajo su olor y el sonido de sus pasos, eran rápidos, corría hacia mí. Me giré y no pude evitar sonreír, venía a consolarme… me limité a darle un gran abrazo y volver de nuevo al instituto, debía hacerlo aunque doliera, aunque la mirada de Sayen me torturase.

Entramos en la clase y mi tía Alice explicó cómo iba a ser este nuevo año. Todos los profesores hicieron lo mismo, nos preguntaron por nuestro verano y pude comprobar que no era la única que había cambiado durante el verano. Ahora mis cambios físicos eran más leves, perceptibles pero justificables. Ahora medía un metro sesenta y dos centímetros. Algo que encajaba con el resto de la clase, no era nada del otro mundo. Había pocas novedades, de hecho solo una… Adam. Un chico callado, no lo había visto hablar en toda la mañana y se sentaba siempre alejado del resto de la clase, siempre en un extremo. Llegó la hora de comer y nos sentamos en la mesa de siempre todos juntos, pero sin Nahuel ni Sayen. Sayen… entró a la cafetería vestida como los últimos días del año pasado, de negro, de luto, triste… captó mi mirada y sus ojos transmitían odio…

***Su voz me consolaba, captó la ansiedad de mi voz y yo sólo podía pedirle que viniera, necesitaba consuelo y no podía pedírselo a Jake después de casi matarle. Colgué con la promesa de que vendría por mí, que me sacaría de esta locura que se estaba formando a mí alrededor, que me ayudaría.
Jake llamó a la puerta, los chicos también estaban allí.
-Nessie, no me hagas tirar la puerta abajo, ábreme.
-Jake, necesito estar sola, no quiero verte… -realmente no quería, no podía mirarle como si nada hubiera pasado-. Me odio a mi misma…
-No lo hagas, no ha pasado nada…
-No ha pasado nada gracias a Seth… -Seth… mi sollozo aumentó-.
-Nessie… no me has hecho daño, ya estoy bien… -Seth intentaba consolarme también. Había herido a los dos mejores amigos que tenía y ellos sólo querían consolarme-. Va sal, por favor…
-No puedo, dejadme sola un rato, no quiero veros…
-Estaremos abajo, para cuando decidas salir… Nessie, si no has salido de allí a la hora de la cena, echaré la puerta abajo… así que mentalízate –Era una nueva voz, una voz femenina… Leah-. Entiendo que estés disgustada, he podido ver lo que ha pasado, pero estamos todos bien… así que no te tortures más de lo necesario, lo único que puedes hacer es aprender de ello… Vamos chicos, dejadla sola, necesitará descansar…

Cogí el mp3 y comencé a escuchar canciones sin sentido, ninguna reflejaba mi estado de ánimo. Me sentía completamente idiota, Jake se había esforzado por protegerme y cuidarme desde que nací, protegiéndome del resto, de mí misma… Creo que me quedé dormida, pero no del todo. Pude escuchar mi móvil vibrar, era mi abuelo Carlisle.
-Cariño, no es necesario que te escondas, no vas a herir a Jake. Me ha llamado muy preocupado, debes bajar, cree que estás peor… ¿Cómo te encuentras?
-Abuelo yo… estoy bien, es sólo que no pude contener mi sed. Me ha dolido mucho el hacerlo, Seth ha salido herido y me siento…
-Lo de Seth no ha sido nada… y Jake no está enfadado contigo… así que no lo estés tampoco tú.
-Necesito pensarlo abuelo…
-No te martirices pequeña… quizá si hablas con alguien de lo ocurrido te sientas mejor…
-Está bien… -pensé en Nahuel, venía de camino, no había dicho que venía a por mí-. ¿Sabes dónde está Nahuel?
-Sí, ha salido con Sayen… creo que lleva su móvil, si quieres llamarle…
-Gracias abuelo… no les digas nada a mis padres, sólo se preocuparían… -animé teatralmente mi tono de voz-. Ya sabes cómo son… y esto creo que ha sido una tontería… ¿verdad?
-Eso es, pequeña… El sábado iré a por ti, ¿de acuerdo?
-Hasta el sábado abuelo… te quiero.

Colgué el teléfono y volvió a sonar. Era un mensaje.
‘Estoy a veinte minutos de la antigua casa de tu familia. ¿Dónde quedamos?’
Le contesté rápidamente, sabía exactamente donde quedar, dónde estaría más relajada. Cogí mi cuaderno y lo abrí, seguramente notarían rápido mi ausencia… dejé una nota.
Lo siento mucho… no sé qué más decir… necesito pensar lejos de aquí, pero volveré para dormir. Lo siento… Nessie.

Abrí la puerta del balcón y salté. Comencé a correr zigzagueando, haciendo que mi olor se esparciera por varias direcciones. Sabía que ellos me seguirían. Pronto dejé mi efluvio por varios caminos, hasta llegar a un río. Me sumergí en él, perderían mi rastro en el agua. Comencé a nadar y salí un par de kilómetros más al sureste. Salí y comencé a correr, mi ropa salpicaba pero no me importaba, corría porque quería llegar… llegó su olor y apreté el paso… había perdido demasiado tiempo en dejar falsas pistas. Pude ver aquel pequeño claro, con aquel gigantesco árbol. Él estaba a los pies del árbol con cara de preocupación.
Me acerqué ahora muy despacio, me sentía agotada y perdida en todos los sentidos. Busqué en sus ojos, aquellos que me hacían sentir mejor, aquellos que me consolaban pero no los encontré. En ellos había pánico.
Le sonreí levemente, no quería asustarle, seguramente verme de esa guisa, empapada y despeinada, fatigada… triste… todo lo que había oído contar sobre mis ataques… quizá tenía miedo de que le atacara. Levanté mi mano a modo de saludo. Su rostro cambió, pero seguía sin ver eso que me daba consuelo. Me acerqué andando al igual que él. Ahora su rostro mostraba una sonrisa, pero estaba a la vez pensativo. Se paró, más bien se quedó clavado a diez metros de mí, por lo que reaccioné igual al ver de nuevo su rostro, serio y amenazante.
-Nahuel… ¿qué te pasa? –él inspiró y cerró los ojos bajando la cabeza, meditando-. ¿Qué ocurre?
Entonces pude verlo, pude ver esa sonrisa pícara y maliciosa mientras levantaba la cabeza y abría sus ojos… sus ojos clavados en mí. Se agazapó, toda la ternura que podía haber encontrado alguna vez en sus ojos se había esfumado, ahora sólo podía ver sed, la sed que me había trastornado a mí… la sed que estaba ahora trastornándolo a él.
Hice algo que no pude entender, sólo suspiré y asentí. Entendía qué le pasaba, entendía que ahora no tenía escapatoria. Él era mucho más mayor que yo, sabía luchar mejor, era más fuerte y más rápido. Por mucho que pudiera correr o gritar nada podía salvarme. Caí sobre mis rodillas y bajé la cabeza mientras pude verle comenzar a saltar.

Sonó un chasquido, parecido al que había oído hacía unas horas. Abrí los ojos para ver a un lobo rojizo enorme aullar de dolor, mientras se encaraba con Nahuel. Me quedé helada. Nahuel estaba intentando atacarme, Jacob me defendía. Creo que no podía mover un solo músculo.
Miré atenta, no podía hacer más. Nahuel se había levantado, se agazapó de nuevo y saltó sobre Jake mientras intentaba morderle, pero Jake le esquivó y le golpeó, estampándole contra un árbol a unos diez metros. Quil y Embry entraron en el claro por el mismo camino que Jacob. Nahuel se volvió a levantar e intentó rodearles, pero no había ningún hueco… excepto el flanco izquierdo de Jacob. Yo lo veía, y Nahuel también, pues sus ojos se separaban muy poco de mí. Se agazapó y saltó antes de que ninguno de los tres lobos pudiesen hacer nada. Pero entró en juego su efluvio, Leah saltó desde una posición fuera del claro, no la había visto antes, pero estaba allí, saltando sobre Nahuel y mordiendo el brazo izquierdo de mi atacante, quien emitió un grito ensordecedor.
Mi sangre se heló en ese momento, cuando aún después de haber sido mutilado, volvió a fijar sus ojos en mí con la misma sed y ansia. Jake gruñó mientras saltaba encima de él. Nahuel comenzó a forcejear y veía como iba a morder su pata, pero no pude ver si realmente le había mordido. Algo me dio un golpe en la espalda y me levantó hacia arriba, cayendo sobre el lomo de Seth que salió corriendo de allí.
-Seth, debemos volver, debemos volver… están allí. No quiero dejarles solos. Se matarán… -Seth aulló de dolor. Nahuel había hecho daño a alguno de los suyos… nos cruzamos en ese instante con Paul, Jared y Sam, que iban en sentido contrario al nuestro-. Vamos con ellos Seth, ¡vamos!

Aquel lobo no paró hasta que no llegamos a la playa de La Push. Me bajé y comencé a pegarle, estaba rabiosa, me había alejado de ellos, de mis dos grandes apoyos en la vida que se peleaban por mi causa… me dio miedo sólo de pensar que alguno de ellos… Comencé a llorar, Seth desapareció y volvió al instante con unos vaqueros cortos. Me abrazó y me besó.
-Todo irá bien…
-Seth, vuelve, quiero saber qué esta pasando… cómo están…
-Todo ha terminado Nessie… -dijo apenado-. No puedo volver a transformarme, él me ha pedido que te consuele… lo siento… -él estaba sufriendo también. ¿Él le había dicho que me consolara? Mi sollozo aumentó, había visto cómo Nahuel le mordía, Nahuel mutilado… seguro que la manada no le dejaba escapar después de haber mordido a Jake… Había perdido a los dos, Nahuel, Jake… Jake… Jake… no podía. Su última imagen de mí fue la misma que yo había tenido de Nahuel. No podía soportarlo-. Lo siento Nessie…

Seth me llevó a casa de Jake, me tumbé y sollocé hasta que me quedé dormida. Comencé a soñar en un mundo en el que yo no existía, donde Jacob se enamoraba de una chica fascinante, Nahuel era feliz con Sayen… veía la boda de Nahuel y Sayen, alguien cogía mi mano. Su calor y su olor me hicieron comenzar a llorar, eran tan reales… pero él no podía estar a mi lado, debía estar con su chica, al igual que Nahuel no podía casarse con Sayen…
Un calor enorme cubrió mi cuerpo, cuando me desperté su olor alegro cada célula de mi cuerpo. Paré de sollozar y le toqué, estaba bien, me sonreía y me abrazaba, estaba bien. Comencé a llorar, pero esta vez de alegría.
-¿Estás bien? –Él asintió-. Pensé que… pensé que os habríais matado entre vosotros, pero estáis bien… -su gesto se tornó serio y triste, como a veces lo hacía el de mi abuelo Carlisle. Siempre lo hacía cuando alguien había fallecido en su turno-. ¡No!
-Lo siento… -Podía ver el sufrimiento y la ira en su rostro, mi sollozo volvió a ser el de pérdida, desconsolada, no podía creer que Nahuel hubiera muerto por mi culpa, por mi estupidez-. No es tu culpa… -le comencé a mostrar la razón por la que Nahuel había venido-. No es tu culpa…
-Lo es… lo es… -mi sollozo casi no me dejaba hablar-. Papá… Mamá… todos… -le mostré que les necesitaba. Él siguió abrazándome con un brazo mientras con el otro cogía mi móvil y llamaba-.
-Edward… tenéis que venir… ha pasado algo muy grave.
-¿Qué le has hecho a mi hija? –Podía oír la angustia y la furia de mi padre-. Te mataré, perro, juro que te mataré como…
-Edward, Nahuel ha muerto –su voz sonaba fría, cortante-. Ha intentado atacar a Nessie… no hemos podido evitarlo…
-Estamos allí en dos horas.

Mi padre colgó y seguí llorando en brazos de Jake, no podía dejar de culparme. Seguíamos en la misma posición, pero la habitación se había llenado con toda la manada al completo, Seth ayudaba a Jake a consolarme y el resto estaban alrededor sin saber muy bien qué hacer. Mi familia llegó al completo, mis padres y mis abuelos los primeros, después mis tíos. Todos intentaban consolarme, en aquella habitación que se había quedado pequeña para tanta gente. Pronto me sentía más relajada, pero mi frustración crecía. No quería que Jasper manejara mis emociones, quería sufrir… debía sufrir. Todo había sido culpa mía. Intentaba resistirme a aquella calma, pero no pude. Pronto me quedé dormida en una jaula que había creado los brazos de Jake, mamá y papá.
La luz entraba débil por la ventana. Era de día pero estaba muy nublado y llovía. Él estaba empapado en el balcón, mirando el bosque, no se dio cuenta de que me había despertado hasta que abrí la puerta. Me aferré de nuevo a su camiseta, suspirando y llorando de nuevo.
-Lo siento… -Jake no había parado de repetirlo-. Intentamos evitar que te siguiera, pensando que manteniéndote lejos cesaría en su intento de atacarte y entraría en razón… pero no pudimos… lo siento.
Asentí pero no podía hablar. Me sentía mal. Había sido un día horrible… había hecho daño a todo el mundo, había decepcionado a todo el mundo. Mi familia perdonaría todo, me querían. La manada no sufría por Nahuel, pero habían visto cómo había atacado a Jake… pero me perdonarían si él se lo pedía, algo que por una extraña razón sabía que haría.
La lluvia seguía cayendo, estaba empapada. Mis padres estaban en la puerta de la habitación, mirándome sin saber qué hacer. Quería que me abrazaran, aunque no lo mereciera. En el mismo momento que lo pensé mis padres estaban abrazándonos a ambos, a Jake y a mí. Se me hizo raro ver cómo mis padres abrazaban a Jake.
-Jacob, no hemos roto el tratado, ninguno. –No entendía que quería decir mi padre, así que pregunté mentalmente, mientras mi padre besaba mi cabeza-. Nahuel no era miembro de la familia, al menos no para todos. No mordió a ningún humano, al igual que Nessie tampoco lo hizo. Por lo cual ninguno de los dos ha quebrantado las normas…
Noté cómo Jake asentía y me abrazaba más fuerte, como cuando estábamos mucho tiempo sin vernos y volvíamos a estar juntos. No entendía nada, pero dejé de intentarlo cuando pensé en Nahuel. Era cierto que vivía con nosotros, que todos le apreciaban, pero nunca le habían llamado hermano… sólo Esme le había llamado hijo alguna vez, ni siquiera Carlisle. Mi abuela iba a odiarme. ***

-¿Estás bien? –Darlene cogía mi mano mientras me sacaba de aquellos recuerdos. Sayen seguía mirándome de igual modo desde su mesa-. ¿Nessie?
-Sí… estoy bien… -le sonreí-. Sólo estaba pensando en Nahuel… -las caras de mi grupo de amigos se tornaron compasivas y sus manos buscaron consolarme a turnos-. No pasa nada…
-¿Estás bien? –El chico nuevo se acercó, con un acento raro que me gustó. Me di cuenta de que todo el mundo alrededor estaba viendo cómo mis amigos me consolaban, incluidos esos ojos que me acusaban como culpable, porque lo era. Era culpable-. ¿Necesitas algo?
-No, estoy bien… -me levanté-. Chicos necesito tomar el aire… nos vemos en clase…

Salí a la puerta principal y me senté en los bancos. Mi tía Alice se sentó a mi lado y me miró.
-¿Porqué ahora puedo ver cómo sales huyendo? –me dijo curiosa-. ¿Acaso quieres que te diga con quién vas a ir o adonde?
-¿Puedes verlo? –me animé, por primera vez quería saber que iba a pasar, qué decisión podía tomar-. Tía Alice… por favor.
-No, no puedo ver nada claro, pero al menos ahora si intento mirar no me quedo bloqueada. Es posible que sea porque ahora tú quieres que mire… -dijo satisfecha, como si su deducción fuera obvia-. ¿Qué es lo que te tiene tan inquieta? –ahora estaba seria-. Anoche Jasper estaba algo desquiciado… ¿quieres contarle algo a tu tía Alice?
-No sé si debería…
-¿Estás bien? –Me giré para ver a Allison asomándose por la puerta principal-. No deberías estar sola ahora… aunque nos lo pidas. No sé quien me enseñó eso… -dijo sonriéndome-.
-Sí… eso creo.
-Os dejaré solas, tengo que ir a preparar la siguiente clase. Adiós Allison.
-Adiós Señora Cullen… -dijo mientras se sentaba a mi lado-. En serio… ¿tan perjudicada te ha dejado el chico nuevo? –dijo riendo-. ¿Acaso lo conoces? Parecía que te trataba muy cercano… ¿por eso te has puesto tan elegante? –ahora sus cejas alzadas y su sonrisa pícara me hicieron reír-.
-Sí… eso es… sabía que había un chico nuevo y debía conquistarle… no he podido resistirlo…
-¿Y por eso huyes cuando se acerca?
-Sí, la verdad es que así le doy emoción, creo un halo de misterio a mi alrededor que hace que la gente tenga más interés en perseguirme… -Me dio la impresión de que ya no hablábamos de Adam-.
-Vaya… ¿así que te persiguen por tu halo de misterio?
-Eso creo…
-Si aceptas mi humilde opinión… no sé que será, pero hay alguien que va a perder la cabeza por tu causa… -Efectivamente, ya no hablábamos de Adam-.
-Estoy hecha un lío… -me hizo una mueca, pero sabía que lo entendía. El timbre sonó-.
-Deberíamos entrar, están preocupados por ti…

Asentí y entramos. La clase estaba ya esperando al profesor, por lo que todas las miradas se clavaron en mí… incluso la de Adam. Le asentí en agradecimiento y él me sonrió, haciendo un gesto que me infundía confianza. Me fijé en que tenía un aro en el borde superior de la oreja derecha, otro en la ceja derecha y otro en la nariz. Su pelo estaba engominado y levantado, sus vaqueros estaban desgastados y rotos y llevaba una camisa blanca. Sus ojos me recordaban a alguien, me eran familiares… Mi tía Alice entró y me miró alertándome de algo. Inspiré y había un efluvio extraño, no lo había notado antes con todos los del resto, era muy sutil… Todo comenzaba a encajar.

Las clases terminaron y salí rápido, dejando a mis amigos atrás para darle alcance. Él se paró y se giró delante de mí.
-Creo que debemos hablar… -comencé-. Aunque dudo que éste sea el lugar…
-En eso estamos de acuerdo… -su sonrisa me lo recordó más-. Pero ahora debo irme, tengo más visitas que hacer…
-Sería un honor que vinieras con nosotros a cenar… -Mi tía Alice apareció pasándome un brazo por los hombros, algo que no solía hacer en la escuela. Me sentí extraña-. Nos gustaría escuchar tu historia… -El chico asintió-. Ten… -mi tía sacó una tarjeta y se la dio-. Aquí está nuestra dirección, acude allí a las siete… te esperaremos.

Mi tía me acompañó a la salida sin dejarme despedirme del resto de mis amigos. Jasper nos esperaba, pero esta vez mi tía pasó al asiento de detrás conmigo, acunándome.
-Nessie, sé que esto no te va a gustar, pero debo hacerlo… -sacó su teléfono móvil y marcó. Colgó al no obtener respuesta, pero el móvil sonó al minuto-. Jacob… os necesitamos… ¿Cuántos?… ¿Qué?... Bueno, creo que tenemos como un año o así, pero si os implicáis vosotros no voy a saber cuándo sucederá… Un hermano de Nahuel ha venido a verle, pero no sabe que…-hubo un silencio-. De momento Odamae va a ser la primera en enterarse, después comenzarán a extenderse por todo el continente, incluso a las hermanas de Amazonas. Debéis venir mañana por la mañana, él se irá por la noche… creo. Me alegra que quieras venir, pero me facilitaría más las cosas que retrasarais vuestra llegada, al menos podré ver algo… Está bien, perfecto… Gracias de nuevo, a todos.
-¿Qué está pasando? –Jasper le miraba por el retrovisor-.
-Adam… viene a por su hermano… Nahuel era el único hermano varón que podía localizar… irá en busca de Odamae y bueno… el resto ya lo habéis escuchado.
-¿Qué va a pasar tía Alice?
-No sé… es posible que Carlisle pueda explicarle de alguna manera calmada el asunto, quizá no se altere tanto… ya sabes que mis visiones pueden cambiar, pero he decidido avisarles por si acaso…
-Creo que también deberíamos llamar a los Denali… Eleazar será de gran utilidad…
-Los veo, estarán aquí en cinco horas… pueden coger un avión en una hora y aterrizarán en Seattle a las nueve y media. Llegarán a las diez a casa… habrá que entretenerle. -Sacó su móvil de nuevo y llamó a Carmen-. Carmen… necesitamos que vengáis a Monroe, necesitamos a Eleazar… os lo contaré por el camino. Necesito que cojáis el vuelo de dentro de una hora a Seattle, os recogeré en el aeropuerto… Sí, es por ella… No, no es por los Vulturi… Os lo agradezco… Está bien, luego nos vemos. Gracias de nuevo. –Mi tía colgó el teléfono y me miró sonriente-. Te mandan muchos besos.
-¿Tan grave es? –era una pregunta estúpida, pero quería confirmarlo-.
-Puede serlo… sí… pero es posible que se quede en nada, ya sabes cómo son estas cosas… -me sonreía, infundiéndome confianza y calma. Miré al espejo retrovisor y sonreí a Jasper, que me miraba. Lo de la calma era él, así que le sonreí como agradecimiento-. Todo irá bien…

Llegamos a casa en seguida, todos comenzaron a llamar, para que todos acudieran allí. Mi madre me abrazó fuerte, todos me brindaban algún beso o algún gesto de cariño cada pocos minutos. Tía Rose cogió mi mano.
-No hace falta que estés mañana, cuando vengan los chuchos. Si quieres podemos ir de compras con Emmett, a nosotros tres no nos necesitarán… -Mi padre miraba curioso y con mala cara. No entendí la razón, pero algo me decía que debía permanecer en casa. Tía Rose le miró mal y le siseó-. Podemos pasarlo bien, aunque tu padre sea un aburrido, no tenemos porqué serlo el resto…
-Tía Rose… te lo agradezco, pero esto es por mi culpa…
-No es tu culpa cariño, nunca digas eso. Es por culpa de aquel…
-Pues por mi causa, llámalo como quieras, pero es por mí. Debo quedarme –debía luchar si hacía falta, pero no podía decirlo así-, debo ayudar en lo que pueda…
-No ayudarás, sólo estarás aquí porque te quiero aquí… -mi padre se arrodilló frente a mí-. Y olvídate de hacer cosas temerarias… no voy a dejar que mi hija se exponga así… -miró a mamá sonriente-. No dejaré que saques ese gen de tu madre… Además, es posible que no tenga que ser así. Aún queda un buen rato para la charla… y siempre podemos mudarnos, no hay porqué luchar.

¿Mudarnos? ¿Más cambios? No… no podía. Además ¿dónde iríamos? Me estaba empezando a acostumbrar a mi nueva vida, mi vida con mortales, sin tantos seres mitológicos… sin él. ¿Podía asimilar aún más cambios? ¿Podía llegar a ser capaz de permanecer mañana aquí con él sin poder si quiera abrazarle, sin romper la promesa que me hice a mí misma?