Capítulo II: Sensaciones.

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Llegué a mi casa y pude ver el coche de papá en la puerta. Suspiré y me quité el mal sentimiento que me había provocado la escena que había presenciado y que me había hecho sentir mal, en parte por envidiar y espiar a mi amiga y en parte por querer algo así en mi vida.


Mi padre levantó la ceja al verme entrar e intenté dedicarle una de mis mejores sonrisas mientras mi madre me miraba con aire preocupado, algo que me sorprendió.

-¿Ha pasado algo?


-Nada grave mamá, una compañera se ha mareado y nos hemos quedado con ella un rato hasta que por fin se ha repuesto…


-Vaya… estaba preocupada, has tardado más de lo habitual.


-Lo siento…


-No pasa nada cariño –mi padre me sonreía a la vez que miraba a mi madre sorprendido. Al menos estos ligeros momentos de lucidez que tenía parecían paliar el sufrimiento que le hacía pasar cuando no lo estaba-. ¿Os apetece que salgamos a cenar?


-Yo… -no tenía ganas, pero mi madre sonrió ante la idea-. Creo que debería ir a cambiarme primero, ¿me esperáis?


-Claro cariño… yo también me voy a cambiar, para una vez que tu padre dice de cenar fuera… ¡hay que ponerse elegante!



Mi madre subió por las escaleras después de su frase, mientras mi padre fruncía ligeramente los labios y acallaba sus pensamientos.


Fuimos al Sky River Bakery, cenando tranquilamente, algo extraño para nosotros. Volvimos a casa paseando y me sorprendió ver que mis padres paseaban tomados de la mano, algo que me recordó a los paseos que dábamos cuando mamá estaba embarazada de Abi.


Cuando llegamos a casa decidí que sería mejor dar un paseo y dejar disfrutar a mi padre de un día lúcido con mamá. Paseé como muchos días que huía de casa, estando esta vez feliz de tener que pasear y no triste por tener que huir de gritos y reproches. El Borlin Park era mi refugio. Decidí que había andado lo suficiente y regresé a casa, viendo a mis padres sentados en los silloncitos del salón admirando el fuego y dándose un tierno beso. Sonreí y mis padres hicieron lo mismo mientras les indicaba que estaría en mi habitación con un gesto.



Puse mi mp3 poniendo “Breath Slow”, para poder conciliar el sueño más rápidamente.



Me desperté justo antes del amanecer, pudiendo ver a través de las ventanas como la luz aumentaba su intensidad y después disminuía levemente, por una nube imaginé. Encendí mi ordenador y miré mi correo, Kevin había pensado en ir a comer el domingo al parque, ya que decían que iba a hacer buen tiempo. Llamé a Meg, la cual parecía encantada con la idea y se sumió en una especie de monólogo sobre qué iba a ponerse mientras yo intentaba atender a sus extensas explicaciones. Cuando colgué pensé en Nessie, quizá un día en el parque le parecería una manera de despejarse del estrés que estaba acumulando.


‘Ness, ¿qué tal te encuentras hoy? Vamos a ir a comer al parque mañana, vendrás ¿verdad? ¡Dime que sí! Dar.’



Esperé por un rato mirando el fondo de mi pantalla, una foto de nosotros cuatro el primer día de clase del último curso del colegio. La verdad es que habíamos cambiado un poco, pensé en que habría que renovarla. Al ver que Nessie no contestaba pensé que dormiría, así que comencé a hacer las tareas que ayer había dejado pendientes, parando para comer en un ambiente tranquilo y volviendo a media tarde para terminar.


Miré mi correo y vi que todos habían respondido a mis mensajes, todos iban a venir, aunque no sabía nada de Ness. Comencé a preocuparme cuando pensé que probablemente estaría muy ocupada aprovechando la mayor parte del tiempo con Jake, al menos sería lo que yo haría si estuviera en su lugar. Saqué una pequeña mochila, poniendo una toalla y una mantita, por mucho que dijeran que haría buen tiempo, seguro que acababa refrescando un poco. Bostecé mientras lo hacía y comencé a notar cansancio, así que dejé la mochila en el escritorio, me tumbé sobre mi cama y puse el despertador, quedándome dormida a los pocos minutos.



El sol brillaba cuando mi despertador sonó, algo que me animó. Miré los correos y comprobé la hora a la que habíamos quedado, me quedaba apenas una hora para prepararme y llegar al parque. Miré el móvil y Ness seguía sin contestar, así que la llamé a casa y su cuñado dijo que dormía, le mandé otro mensaje, imaginando que seguiría acompañada.



‘Te he llamado a casa y me han dicho que dormías… estaba preocupada porque ayer no contestaste, ¿aún tienes visita? Podéis pasaros si queréis, estaremos en el parque, el que está cerca del instituto. Llámame cuando despiertes. Besos. Dar.’



Guardé el móvil en la mochila y bajé a la cocina para prepararme un sándwich, coger algunas latas de refresco y despedirme de papá y mamá. Salí corriendo, ya que entre las llamadas y las despedidas, había perdido demasiado tiempo. Frené en seco al ver que había alguien esperando con Sullivan. No podía ser ella.


-¿Mary?


-¡Hola! ¿Qué tal Darlene? Sullivan me ha dicho que ahora vais todos en el mismo grupo… me alegro un montón de que hayáis cuidado de él…


-¿Cuándo has vuelto?


-El viernes. Pero he tenido muchas cosas que hacer, así que cuando he llamado a Sullivan esta mañana y me ha dicho que ibais a almorzar todos juntos… -se echó a reír-. ¡Tenía que verlo!


-Entiendo… -dije entre risas mientras alzaba la mano hacia Kevin, que venía con una mochila y una radio en la mano-. ¡Buenos días!


-¡Vaya! Así que los rumores son ciertos… -Kevin guiñó un ojo a Sullivan-. ¿Qué es de tu vida, Mary?


-Bueno… os lo contaré más tarde… pero… -miró a mis espaldas y pude suponer que venían juntos-. Veo que muchas cosas han cambiado, deberéis ponerme al día.


-¡Eso está hecho! –Me volví sonriente-. Buenos días chicos.


-¡Mary! –Ryan la miró de un modo que me hizo temer por los nervios de Meg-. Me alegra verte por aquí de nuevo… ¿Recuerdas a Meg?


-¡Claro! –Mary tendió la mano y Meg parecía rebosar felicidad cuando la tomó-. Así que al fin alguien ha cazado al bandido…



Todos nos reímos aunque pude comprobar que a Sully no le agradaba lo feliz que parecía Mary al lado de Ryan y viceversa. Extendimos algunas toallas por el césped y me senté junto a Kevin, que miraba a nuestro alrededor cada pocos minutos, mejor dicho, cada vez que algún grupo de chicas paseaba por allí. Pero hubo una pareja a lo lejos que captó mi atención. Una piel pálida contra otra morena, la pareja más guapa que podría haber en el parque, había que reconocerlo.


Por alguna extraña razón comencé a reír y salí disparada hacia ellos, saludando quizá con demasiada efusividad a Ness y a su acompañante. Ellos me sonrieron cálidamente, lo que hizo que la incomodidad que había sentido ante tal efusividad desapareciera. Ness presentó oficialmente a Jake, aunque todos le conocíamos de oídas.


-Así que tú eres la famosa Mary… me han hablado mucho de ti –Nessie sonreía algo forzada, o al menos eso me pareció-. ¿Cuándo has vuelto?


-Bueno, llegué el viernes por la noche, pero ayer por la mañana tuve mucha tarea recolocando la ropa y todas esas cosas que conlleva la mudanza…


-¿Te vas a quedar? ¿Vuelves definitivamente? –Sullivan parecía feliz de tenerla de regreso -. Creí que no ibas a volver más.


-En realidad… -Mary parecía avergonzada-. No estaba muy segura de volver… pero es una larga historia…


-Hay tiempo –seguro que la pobre se sentía agobiada, así que intenté cambiar de tema, pero ella intentó explicarse-.


-Bueno, entonces debo comenzar por contaros la verdadera razón por la que me fui… -miró la cara de Sullivan, que parecía contrariado-. Bueno, la versión oficial fue que me iba por cuestiones de trabajo de papá, pero la verdad es que me fui en busca de mi familia biológica…


-¿Familia biológica? –Sullivan parecía realmente ofendido-.


-Bueno, yo… -Mary enrojeció y suspiró-. Me enteré a mediados del curso pasado, cuando dimos todo aquello del grupo sanguíneo. Le pregunté al profesor Walton, que me ayudó con mis dudas. Le expliqué que mamá era O negativo, papá era B negativo, por conclusión, era imposible que yo fuera A positivo. Les pregunté a mis padres sobre aquello… así que me dijeron que era adoptada. Mis padres biológicos habían tenido un accidente de coche, papá murió en el acto y a mamá pudieron ayudarla, pero el parto se complicó y no pudo soportarlo… -se entristeció-. A finales de curso papá recibió una carta, era del orfanato donde me recogieron cuando era bebé. Resultó que tengo una hermana… una hermana gemela. Al parecer ella nació más baja de peso y tuvo ciertas complicaciones al nacer, por lo que estuvo hospitalizada durante casi seis meses. A mi me mandaron al orfanato en seguida, por lo que mis padres me adoptaron antes de que mi hermana llegara. A ella la adoptó una pareja de California, pero hace un año su padre falleció en un accidente laboral y su madre no pudo soportarlo y, al parecer, se suicidó. No se sabe muy bien, sólo que no se despertó y tenía niveles muy altos de somníferos en sangre… -suspiró-. Así que mi pobre hermana se quedó sola de nuevo, estaba destrozada, así que le mandaron una carta a mi padre para informar de la situación…


-¿Por eso te fuiste?


-Sí, no quería deciros nada porque cabía la posibilidad de que mis padres pudieran quedarse allí, mi padre pidió el traslado pero se lo denegaron.


-¿Y qué ha pasado con tu hermana? –Meg estaba ansiosa por saber más-.


-Mi hermana… estaba destrozada. Ella si que había sabido que era adoptada desde muy pequeña, pero no sabía que tenía más familia. Después de lo que le pasó se había vuelto muy… rebelde, por lo que estuvo a punto de ingresar en un centro de menores. Afortunadamente cuando mis padres y yo llegamos allí pudimos intervenir. Mis padres han decidido pedir su custodia, por eso hemos vuelto. No hay necesidad de seguir en California… así que sí, volvemos a casa.


-¡Genial! –Sullivan abrazaba fuerte a Mary, parecía realmente emocionado -. Te he echado muchísimo de menos, Mary, no te lo puedes imaginar.


-Sí, lo sé, yo también…


-Sí, yo también me alegro de que vuelvas y todo eso… -Kevin parecía realmente inquieto-. Pero dime… ¿cómo es tu hermana? ¿Estará buena, no?


-Eres… -Le di una colleja con todas mis ganas… a veces Kevin me sacaba de mis casillas-. Eres lo peor…


Todos se echaron a reír mientras Nessie parecía ausente.


-De todos modos, ya te he dicho que somos gemelas… así que más o menos es como yo. Se llama Allison, y bueno, ya la conoceréis. Mis padres están haciendo lo posible para traerla con nosotros, que estemos juntas al menos… que tenga una familia de nuevo.


-Me parece genial… -pensé en la pobre chica, sola y sin familia que ahora tenía una nueva oportunidad. Pensé en que el instituto no estaba tan mal como imaginaba-. Me está encantando este año, viene Nessie, vuelves tú, además vendrá tu hermana. Es genial. ¿Te vas a matricular de nuevo en la escuela?


-Sí, estamos esperando a que nos concedan la custodia de mi hermana para matricularnos juntas, será menos papeleos para el director… ya sabéis, esto es demasiado complicado… Bueno, pero contarme ¿Hay alguna novedad, a parte de Nessie? –La miró con una sonrisa que me produjo una sensación extraña, quizá ansiedad-. ¡Contadme!


Meg le contó que estaba saliendo con Ryan, no pareció molestarle mucho después de lo que había pasado. Luego contamos algunas historias que parecían entusiasmarla. De vez en cuando podía oír el estómago de Kevin y me echaba a reír. Finalmente decidimos comer, algo que provocó un ligero sonrojo en Nessie y una respuesta casi automática de Jake, que se disculpó para ir en busca de comida y Meg entró en acción... con palmaditas de emoción incluidas.


-¿Qué ha pasado entre vosotros?


-¿Pero cuántos años tiene? –Mary estaba un poco descolocada-.


-¿En serio quieres decirme que es tu tío? No os parecéis en nada… -Kevin refunfuñaba-.


-¡Vale ya! –Nessie parecía nerviosa, incómoda más bien-. No, no es mi tío, pero como si lo fuera, ya que era el mejor amigo de mi hermana. Así que digamos que casi me cambiaba los pañales. Tiene veinticinco, así que creo que con esto debo obviar tus preguntas Meg…


-¡Ojh! ¡Por favor! –Meg negaba con la cabeza-. De todas maneras, la belleza no sólo esta en tus genes, si no que te rodea… tu hermana, tus cuñados… ¡y los amigos y novios de ellos!


-Vamos Meg, no seas envidiosa, que tú ya tienes a tu preciosidad… -le guiñé un ojo y Meg besó a su preciosidad-. Además, no sé que empeño tenéis con que tiene que haber algo más que amistad entre hombres y mujeres, simplemente son amigos, ya está.


En ese momento preciso vino Jake, que cargaba con bolsas con comida como para cinco personas y una sonrisa que me hacía pensar que lo que acababa de decir carecía de sentido.


-No sabía que te iba a apetecer –se encogió de hombros con una amplia sonrisa-, así que he traído un poco de todo…


-¿Un poco de todo? Eres peor que Alice con la ropa… -la miró divertido-.


-¡No! ¡Eso ni en broma! De todos modos, si es lo que piensas, me comeré todo yo solo…


-Seguro que es lo que querías, pero tienes que poner tu berrinche como escusa…


-¡Mira niña! Encima que he traído todo lo que te gusta –dijo sacando un pastel de chocolate y una hamburguesa gigante-. Pero si no lo quieres…


-¡Ojala te empaches!


Ness miró el suelo como si estuviera maldiciendo, haciendo que todos nos riéramos de su berrinche y Jake la mirase de un modo que me resultó conmovedor, haciendo que ella sonriera.


-¡Venga, venga! No te piques… -él la abrazó y la besó en el pelo como cuando un hermano mayor consuela a su hermana pequeña en las películas-. Coge lo que quieras…


-A ver… -comenzó a rebuscar en las bolsas mientras él la observaba, como todos-. Te robaré unas cuantas patatas… ¿también has traído aros de cebolla? ¡Gracias Jake, eres el mejor! –le dio un beso fuerte en la mejilla y el sonrió sonrojándose un poco-. ¿Y la bebida? –Ahora se puso aún más rojo-


-Ahora vuelvo…


-¡Jake! No vayas, tenemos bebida de sobra… -le mostré las latas-. No hagas más viajes… no quiero saber qué comerás si haces más esfuerzos… -miré su comida y la multipliqué mentalmente por dos-.


-¿Haces una dieta especial rica en proteínas o algo parecido? –Kevin miraba como Jake mordía una hamburguesa tamaño extra grande-. Quiero decir… estás exageradamente grande…


-No, digamos que es algo... innato –pude notar una mirada cómplice entre él y Ness-. Todos los de mi tribu están igual de fuertes que yo…


-No, creo que tú eres el más grande de todos… más grande incluso que Sam… -el chico pareció ofendido por la comparación-


-Bueno, no creas, los niños están creciendo demasiado… el pobre Sam está desquiciado con ellos.


-¿Sam?

-Sí, ya te lo explicaré… Ahora come, sino tus padres me matarán…


Terminamos de comer y estuvimos hablando y riendo toda la tarde. Comenzaba a refrescar, como había imaginado, así que saqué mi manta y me arropé, mirando a Nessie que parecía comenzar a tener frío también. El chico pasó una pierna por encima de su cabeza, haciendo un hueco entre ellas para Nessie mientras la abrazaba. Fulminé mi manta con la mirada. Los observé, ella suspiró y Jake la miró con cierta preocupación.


-¿Tienes calor? –Preguntó con un aire pícaro-.


-No, estoy bien… Aunque estaría mejor si… -Ness le empujó y me fijé en cómo él se sincronizaba con sus movimientos, parecía que se moviera sabiendo lo que ella quería. Parecía ser el hombre perfecto-. No era lo que quería… pero no está mal…


-Está mucho mejor…


El chico sonreía con una dulzura inexplicable mientras besaba su perfecto pelo, mientras ella se acurrucaba cada vez más de un modo que parecía realmente cómodo. Volví a odiar mi mantita.


-Deberíamos irnos, tengo que volver…


-No, ¿tan pronto? –Parecía tan triste…-. ¿No puedes quedarte hasta mañana? ¡Por favor!


-Bueno… puedo encargarle a Seth que se haga cargo de la inspección del taller… Quizá con ayuda de Embry pueda funcionar… -Entristeció más-.


-¡No! –El chico parecía confundido-. Debes irte, lo entiendo… vamos, antes de que se haga más de noche, no quiero que Billy se preocupe porque tardes demasiado.



Se despidieron y yo me quedé mirándolos mientras se marchaban, sabiendo que ahora comenzaría el cuchicheo.


-Pues hacen buena pareja… -Típico comentario de Meg-.


-¿Qué dices? ¡Si le saca diez años o más! No puede querer estar con un viejo como ése… -Kevin y sus celos… sonreí ante el pensamiento-.


-En serio, dejadlo ya… sois demasiado chismosas… -Odiaba que hicieran eso, así que cambié de tema-. Bueno Mary, cuéntanos más cosas de Allison…


-No sé, no he hablado mucho con ella que digamos… pero me da la impresión de que acabaremos llevándonos bien.


-Seguro que sí… -Sullivan la miraba con devoción-. Si es como tú, seguro que encajará genial, ya lo verás…


-No sé… eso espero.



Nos quedamos allí por una hora más, hasta que había muy poca luz y demasiado frío. Kevin me acompañó a casa en un derroche de caballerosidad por su parte, aunque imaginé que lo que no quería era quedarse a solas con Meg y Ryan ni con Sully y Mary, que parecían necesitar de un buen rato a solas.


-¿Crees que las cosas se complicarán ahora que está Mary?


-No creo… -le miré divertida-. ¿No querrás intentar ligarte ahora a Mary? Porque, sinceramente, no creo que seas su tipo…


-¿Su tipo? –Le miré intentando recalcar lo obvio-. No sé a qué te refieres…


-Kevin, cielo, no es por ofender, pero creo que ella es demasiado madura para ti. Esas cosas de que dos personas completamente distintas acaben juntas… son cuentos chinos.


-¿No soy digno de tener novia por ser gracioso?


-No, no me refiero a eso. Encontrarás a la chica adecuada… pero es como si yo te dijera que quiero salir con… ¡Brad Pitt!


-Es un poco viejo, ¿no crees?


-No es eso… -le empujé juguetona mientras andábamos riendo-. Me refiero a que es el tipo de chico que acaba con la típica chica atractiva de Hollywood. ¿Me ves a mí con un guaperas de la meca del cine? –Me miró frunciendo el ceño-. Ya sé que no, no me ofendo porque lo digas, soy realista.


-Pero no es eso… a Mary la conozco… -Rodé los ojos y él comenzó a reír-. Ya, lo sé… a veces soy algo infantil…


-Pero tienes tu corazoncito… -Paré y me miró. Le guiñé un ojo y sonreí-. Y es algo que apreciamos, aunque no lo creas...


-Lo sé… -Sonrió y pasó su brazo por mis hombros, comenzando a andar de nuevo-. Aún así, no me refería a mí y a Mary. Me refería a Mary en general, los malos rollos que se crearon entre Sullivan y Ryan… y Meg dudo que esté muy contenta de tenerla por aquí…


-Se acostumbrará… yo creo que ella se ha olvidado por completo de Ryan, así que en cuanto Meg se de cuenta de lo mismo, no habrá ningún tipo de… ¿hostilidad? Tengo la sensación de que todo irá bien… ya lo verás.


-Eso espero… -dijo soltándome y palmeando sus manos mientras parábamos frente a mi casa-. Misión cumplida, has llegado sana y salva… ¿Todo va bien ahora?


-Hay una… calma relativa, aunque tengo otra sensación… esta calma no durará mucho.


-Espero que en eso te equivoques…


-Y yo… -le di un beso en la mejilla y acaricié su rostro, mientras él me miraba cómo me encaminaba a la puerta-. Y yo…



Me quedé sorprendida al ver a mi madre preparando la cena con mi padre, esto comenzaba a ser algo que recordaba como habitual cuando era pequeña, pero ahora me resultaba… raro, al menos raro. El desayuno se terció parecido, con besos dulces entre mis padres que me hicieron sentir feliz, por un momento dejé a mi mente vagar por las posibilidades de que esto fuera real y duradero.


Estaba feliz, contenta… casi fui saltando por el camino hasta el instituto. Me paré en el banco donde Meg me esperaba. Vimos aparcar a Nahuel, que bajó como un cohete hacia Sayen, mientras Nessie bajó arrastrando los pies como si no hubiera dormido en todo el fin de semana. Era el blanco y el negro, ayer y hoy. Me acerqué a ella pensando en cuál podía ser el motivo.


-¿Qué tal estás? –Me miró desganada-.


-Bien… ¿y vosotras?


-¿Estás de resaca, verdad? –Meg la miraba divertida-.


-¿Cómo?


-Sí, de resaca… es como cuando bebes mucho o comes mucho dulce o te empachas… al día siguiente parece que te haya pasado un trailer por encima.


-¿Parece que me haya pasado un trailer por encima? –Pareció ofenderse-.


-Sí, siento ser yo quien te lo diga… pero me imagino la razón…


-Pues no sé, no bebo mucho y dulce…


-Es algo metafórico. Me refería a Jacob… -su mirada echó chispas-. Mira, dirás lo que quieras, será tu amigo, tu tío o lo que quieras, pero estáis muy unidos… has estado todo el fin de semana con él, y ahora no está… tienes resaca de Jacob.


-Muy hábil Meg… -No podía evitar reír ante aquellas caras y me miró ofendida-. ¿Tú estás de acuerdo con esa absurda teoría?


-Bueno… realmente estás algo… diferente. Se te ve ligeramente triste…


-¡Genial! ¿Os habéis aliado contra mí? Génial! Je crois qu'il est temps que nous allons à la classe du français, avant que vous ne me fassiez croire une chose si absurde... Vamos a clase…


Entró al instituto con unos aires que parecía una niña de cinco años huyendo de un berrinche. No pude evitar reír mientras le seguía corriendo. El día pasó divertido, mi humor estaba bastante bien y las bromas y chorradas de Kevin alimentaban más aún ese estado de ánimo.


La semana pasó en relativa calma, tanto en casa como en el colegio. Lo único extraño fue que Ness estuvo mala durante un par de días y que hubo un examen que me llevó de calle durante el miércoles y el jueves. Odiaba la Historia, así que me tocó estudiar de lo lindo.


El viernes Kevin me propuso ir a tomar algo, así que avisé a los demás que vinieron encantados. Estábamos todos allí cuando Sullivan recibió una llamada, al parecer Mary y su familia habían conseguido la custodia de Allison.


Decidimos que se merecía una celebración, así que decidimos ir a cenar todos juntos, olvidando el pequeño detalle de llamar a mi casa para avisar. Llegué más tarde de lo habitual y no había llamado para avisar de que no iba a ir a cenar. Lo pensé justo en el momento que llegaba a mi casa y oía la música de ópera a todo volumen… música que mi padre ponía para enmascarar los chillidos y desvaríos de mi madre.


-Lo siento –dije nada más abrir la puerta-. Perdón, se me ha olvidado llamar, nos hemos entretenido demasiado…


-¡Claro! ¡Por supuesto! Mientras, nosotros, aquí, haciéndote la cena, esperando a que la señora se dignara a volver… ¿Acaso te he hecho algo? ¿Acaso soy tan mala madre que no merezco ni una llamada de aviso? ¿Qué te he hecho?


-Mamá, simplemente no me he dado cuenta de la hora, nada más. En cuento he visto que era tan tarde… he venido corriendo. Perdona.


-¡Vete a tu habitación! ¡Si tu padre no te consintiera tanto…! ¡Todo es culpa tuya!


-Mamá, yo he sido la que no he llamado, yo tengo la culpa…


-Darlene –mi padre hizo un gesto para que me callara-. Ve a descansar, es tarde y mañana por la mañana debes acompañarme a trabajar, quiero que empieces a saber lo que es trabajar y me acompañarás a la oficina todos los fines de semana a partir de ahora.


-¿Qué? –Mi madre le miró atónita-.


-Quizá tengas razón, quizá la consiento. ¿Te parece un buen castigo?


-Yo… -mi madre parecía furiosa-. Ya te he dicho que había pensado un castigo para ella.


-Bueno, pero además de dejarle sin paga, tiene que aprender a ser más madura y responsable, ¿no crees?


-Vale… está bien.


-¿Qué? –Me quedé helada-. Me parece un castigo desmesurado por llegar un par de horas tarde…


-¡Darlene! –Miré a mi padre enfurecida, pero algo en su gesto me hizo obedecer-. Ve a tu cuarto, mañana te quiero a las siete de la mañana preparada para irnos.



Bufé y subí cabreada las escaleras. Di un portazo enorme y comencé a llorar mientras me abrazaba a mi almohada. Ahogué un chillido en ella y comencé a pensar si ahora mi padre también se había vuelto loco… quizá me tocase algo por herencia genética.


Mi padre me despertó a las seis y media de la mañana, así que cogí mi ropa enfurecida y me duché, bajando a menos cinco a la cocina.


-¿Vamos?


-¿No vas a desayunar antes?


-No… es un castigo que yo me he impuesto… -Bufé-. Deberíamos ir ya, no quiero llegar tarde a mi primer día de trabajos forzados… sin remuneración, claro…



Mi padre besó a mi madre y salió detrás de mí. Di un portazo en el coche mientras mi padre suspiraba fuera de él. No le hablé en todo el camino, me sentía furiosa, ofendida… realmente frustrada. Mi padre aparcó en la puerta de su oficina de seguros, recordé que hacía mucho tiempo que no venía por aquí. Cuando era pequeña a veces venía con mamá y jugaba con la Señora Moray, la secretaria de papá, a que yo era su ayudante. Papá abrió la puerta con una mirada tortuosa y me hizo pasar delante, mientras yo casi le gruñía al entrar a la salita de espera. Él echó las luces y me hizo un gesto para que pasara a su despacho. Observé que había sido modificado, ahora había unas puertas correderas de cristal traslúcido que achicaban bastante el gran despacho que recordaba.


-Puedes descansar aquí… -abrió las puertas dando paso a una pequeña estancia con una cama y un pequeño armario-. Por eso a veces vengo antes, cuando tu madre pasa mala noche y no puedo descansar… vengo antes y al menos descanso un par de horas, hasta que Claudia viene y me despierta…


-Ella… ¿ella sabe todo?


-Casi todo, cariño, casi todo… usaré su ordenador y su despacho hoy para no molestarte… tienes como tres horas para descansar, a las once abriremos al público y tendré algunas visitas… Le pediré a Claudia que te traiga algo rico para desayunar… podrás estar el resto de la mañana en su despacho, ¿vale?


-Papá, yo…


-Tranquila. Sé que te enfadaste, pero hija… hacía tiempo que tu madre no tenía una buena racha, tenemos que hacer lo posible para que no se entere de esto o será peor…


-Tranquilo… será nuestro secreto. Siento haber sido tan desconsiderada, no pensé que eso fuera a alterarla tanto…


-Lo sé, no te culpo cariño. Por cierto… -parecía sonreír-. Este trabajo será remunerado, digamos que te daré la paga como sueldo con un aumento del veinte por ciento por buena conducta… aunque será también nuestro secreto, ¿vale?


-Te quiero papá…


-Lo sé, y yo a ti… descansa…



Me dio un beso en la frente y me arropó con unas mantas para salir de la improvisada habitación y del despacho. Claudia vino a avisarme de que eran las once menos cuarto, debía levantarme de aquella cama, aunque apenas hubiera dormido algo. Me dirigí a su despacho y comencé a comer aquellos bollos tan ricos que comía cuando era pequeña y venía a visitar a papá… la señora Moray aún se acordaba de aquello.



Me puse en su ordenador a mirar mi correo, mientras podía verla merodear por el mostrador de la sala de espera. Kevin me proponía ir a ver una de las películas de acción que tanto adoraba y que yo tanto aborrecía. Alguna macabra parte de mi se alegraba de estar castigada.

Mi padre apareció sonriente cerca de la una del medio día, mirándome de un modo que me resultó tan cálido y familiar que me hizo devolverle la sonrisa.


-¿Vamos a comer?


-Claro… ¿has avisado a mamá de que ya vamos?


-Por supuesto cariño…



Mi padre sonreía mientras conducía y me miraba en silencio. Yo me limité a observar a la gente paseando mientras el cielo se encapotaba de un modo radical. Comimos en silencio, con mi padre ahora serio y mi madre echando humo, mientras yo me limitaba a mirar mi plato, por miedo de mostrar una sonrisa hacia mi padre que molestase a mi madre.


Cuando terminé recogí la mesa y ayudé a mi madre a fregar, para después retirarme a hacer mis tareas. Terminé en menos de una hora, lo que me dejaba ahora toda la tarde para hacer lo que quisiera… sin salir de casa, claro. Aunque realmente, con la tormenta que había, no tendría ganas de salir si pudiera.



Abrí mi armario para sacar mis libros favoritos, examiné cada uno de ellos, los cuales habría leído fácilmente tres veces. Escogí entre varios títulos, quedándome con aquel al que más cariño tenía.


Recordé cuando lo compré, indagando en la librería en una sección de ofertas. Aquella novela había captado mi atención por la portada, pero también por su título. La chica rechoncha de la portada estampaba su cara contra el cristal de una ventana en un día lluvioso como el de hoy. Su pelo castaño caían en rizos deshechos, como si acabara de despertar y sus ojos estaban llorosos, con una lágrima resbalando por su redonda mejilla. Todos los matices del gris.



Me senté a leer en mi cama, sumergiéndome en aquella triste historia que me hacía reír y llorar en una misma página. Mi vista comenzaba a cansarse y miré al espejo, pudiendo verme a mí, bien parecida a la muchacha de la portada. Me senté sobre el escritorio y noté el frío de la ventana, tal y como lo describía el libro.


Mi cuerpo se estremeció en un momento, hasta que me di cuenta que se había estremecido por el sonido del móvil. Posiblemente llevase cerca de media hora con la cara pegada al cristal.



Kevin me relató la película, al final había convencido a Sullivan para que le acompañase. Me alegré horrores al saber que ahora él tenía nuevo acompañante para esos horripilantes melodramas sin sentido que tenían alguna subtrama romántica para contentar a las chicas simples que acompañaban a sus novios o amigos a ver, como Kevin decía, pura acción.



Cogí de nuevo mi libro y me tumbé a leer, teniéndolo que cerrar cuando mi reloj marcaba las nueve en punto por puro cansancio. Mi móvil volvió a sonar y me despertó, eran ahora las diez de la mañana del domingo, había dormido trece horas.


-¡Dar! ¡Buenas noticias!


-¿Sullivan?


-Sí, oye, tienes que hacerme un favor. ¿Podrás venir un poco antes mañana a clase? Mary me ha dicho que quiere daros una sorpresa, así que estaría genial que todos estuviéramos allí para que nos cuente, aunque creo que me imagino lo que es pero…


-Oye… no te ofendas, pero… ¿Qué has desayunado?


-¿Por?


-No entiendo cuánta energía tenéis tú y Kevin por las mañanas… ¡Dios! –Él se echó a reír-. Bueno, mira, yo haré que todos estén allí, ¿vale? Pero ahora déjame que me despeje y me haga persona…


-Llámame cuando Darlene despierte de verdad…


-Sí… vale, vale…



Estampé el móvil contra la colcha. Mi padre me zarandeó cuando el reloj marcaba las doce y media. Me sobresalté al ver la hora.


-Parece que un día de trabajo te ha dejado realmente exhausta…


-No sé qué me pasa… pero estoy muy cansada… ¿Se ha enfadado mamá?


-No, le he dicho que habías pasado mala noche, aunque has dormido como un tronco… -me miró ceñudo-. ¿Hay algo que vaya mal?


-No… -me levanté ligeramente triste mientras él cogía el libro-. ¿Otra vez leyendo esto? Sabes que no te hace ningún bien…


-No es eso… claro que me hace bien, mejor que cuentos de hadas que me hacen creer que encontraré a mi príncipe azul mordiendo una manzana envenenada o pinchándome con una rueca…


-Está bien… -dijo riendo-. Pero no me gusta que te deprimas cada vez que lees esto… o al final acabaré quemándolo.


-Bueno... voy a ducharme y bajaré a ayudar a mamá con la comida, ¿vale?


-Te esperamos abajo…



Dejé que el agua templada cayera por mi cuerpo y comencé a sentirme como la protagonista del libro, hasta tal punto que las lágrimas se confundían con el agua. Algo hizo contacto en mi cabeza y cerré el grifo, secando el agua y las lágrimas con la toalla. Me miré al espejo y lo pensé, mi padre tenía razón. Ese libro despertaba sensaciones en mí que no podía controlar, pero por eso me gustaba tanto.