Capítulo VIII: La no-despedida. ₪ Jacob POV.

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Los aullidos de la manada me despertaron alarmado. No podía creerlo, me había quedado dormido. Los estaba viendo marchar, gracias a la manada, la veía llorar, asomada por la ventanilla del volvo de Edward. Mi pequeña. Su olor seguía presente, cerca de mí. Entonces me giré para encontrar su chaquetita, justo donde me había quedado dormido. ¿Por qué? Se había ido sin despedirse de mí, me dejó la chaqueta para que no notara su ausencia, o como despedida, o como un recuerdo. No, imposible, su recuerdo siempre estaría conmigo a cada minuto de mi vida. Oí las voces de la manada, así que decidí salir de fase. No me apetecía oírles, no ahora.
Cogí su chaquetita y subí a la salita de la casa árbol, aquella esponjosa alfombra aún tenía su olor, aunque menos intenso que su chaquetita. Toda la estancia estaba impregnada con su dulce olor. El olor de mi pequeña. Abrí el armario donde solía haber un par de chaqueta que habían colocado “Barbie” y Alice para Nessie. También había unas mantitas, solo faltaba la mantita que le había regalado Sue. Colgué la chaqueta en el armario y me tumbé al lado de la alfombra. No quería pisarla, no quería respirar demasiado en ella para que tuviera su olor durante más tiempo.
Odiaba a ese semi-vampiro, el tal Nahuel. Bueno, realmente no era así, hacía unos años gracias a él los mega-chupa-sangres habían dejado existir a mi pequeña. Pero ahora lo odiaba, nos había separado, aunque luego volvieran, no me importaba. Si sólo me doliera a mi podría llegar a soportarlo, pero no así. No con mi pequeña sufriendo… mi pequeña.

Oí los pasos de la manada, tras estar unas horas tirado en el suelo de aquella casa árbol ahora sin vida alguna. Ellos no debían entrar aquí, sus efluvios eran demasiado fuertes para mantener el de Nessie. Así que eso me obligó a salir de aquel refugio, ahora mi santuario.
Todos estaban en su forma lobuna, cuando me vieron salir de mi santuario comenzaron a salir de fase. Incluso Leah. Aquello parecía el festival del nudismo. Tampoco es que yo fuera con mucha ropa, pero al menos llevaba unos pantalones. Miré hacia otro lado, no quería incomodarla, sabía que luego estaría rabiosa.
-Gracias chicos, pero me gustaría que no estuvierais cerca de este lugar. Sé que os sonará a locura, pero ha sido su refugio durante unos años, así que me gustaría mantenerlo como ella lo ha dejado. Con ello quiero decir que no quiero oler por aquí nada que no sea su efluvio. ¿Queda entendido?
-Es decir –sentenció Leah-, que vas a quedarte eternamente en este lugar…
-No, pero sí me gustaría que me dejarais solo.
-Jake, no creo que eso te haga mucho bien… -comenzó Quil-. Sé que se pasa mal… pero…
-No Quil, tu sabes que en un par de días, a lo sumo tres volverás a verla. Sé que sólo intentáis consolarme… y os lo agradezco, pero necesito estar solo, al menos esta noche. Os lo agradecería.
-Está bien… -dijo Seth-. Solo por esta noche.
-Jake, solo una cosa –interrumpió Paul mientras el resto emprendía la retirada-. Rachel me ha pedido que te comunique que te necesita en casa, así que al menos, ves a dormir. Billy y ella también te necesitan.
Todos se quedaron callados y parados, mirando de bote en bote a uno y a otro. Yo miraba fijamente a Paul, y simplemente asentí. Entonces el bajó la cabeza haciendo una mueca y se puso en marcha seguido del resto de la manada.
Odiaba reconocerlo, pero ese ser tan extraño que iba a ser mi cuñado tenía razón. Nessie me había pedido que me quedara por ellos, por mi familia, por la manada. Debía hacerlo por ellos, por mi promesa. Rachel llevaba días sin salir de casa por cuidar a Billy, no me parecía muy justo.

Subí a la casita y cerré el armario tras inspirar profundamente aquel delicioso olor. Debía mantenerlo el mayor tiempo posible, así que mejor cerrarlo. Bajé por las escaleras y me quité los pantalones, los até al tobillo y entré en fase. En unos minutos estaría en mi casa. Entonces la voz de Leah apareció en mi cabeza.
-Sé que te va a sonar a chorrada, pero bueno… para lo que necesites.
-Lo sé, Leah, lo sé. Pero ahora mismo creo que lo único que puedo hacer es estar en casa con Billy y Rachel… seguramente ella quiera salir…
-No sé como puedes soportar la idea de tener a Paul como cuñado… me parece repulsivo.
-Lo sé, a Billy tampoco le hace mucha gracia, así que… pero bueno, es lo que nos ha tocado. Mírate a ti, ahora eres la niñera del hijo de Sam y Emily… -no medí mis palabras-. Perdona… yo…
-Tranquilo, es entendible. Además, yo me consuelo, al menos Ephraim es uno de los nuestros, no una mini chupa sangres.
Los dos nos reímos y nos despedimos. Estaba llegando ya a mi casa.
Cuando llegué a casa Billy estaba en el sofá mientras Rachel hacía la cena.
-Huele muy rico.
-Sí, Rachel está haciendo un plato nuevo. Parece que está aprendiendo algo de Emily.
-Gracias a los dos –dijo mi hermana asomando la cabeza-. Vuestra confianza en mí me halaga… pero no os emocionéis… va a ser para compartir…
-¡Genial! –dije sarcásticamente mientras mi hermana me lo reprochaba con la mirada. Eso quería decir que Paul venía a cenar. Mi padre no dijo nada, pero su cara mostraba poco entusiasmo.
-¿Cómo… cómo lo llevas?
-Prefiero no hablar del tema…
-Quizá deberías…
-No, no puedo –mi padre me había sugerido que me marchara con ellos, que él estaría esperándome cuando regresara-. No quiero –sentencié. Quizás, egoístamente, también me quedaba por otra razón. Habíamos decidido ocultarle a Nessie lo de la imprimación, quizá al estar separados ella se daría cuenta de algo. Pero en el fondo sabía que era improbable. Ella era lista, sabía que acabaríamos juntos, lo veía idílico como con Claire o Quil. Pero no sabía nada acerca de la imprimación-. Tengo obligaciones aquí, además va a ser temporal.
-Es tu decisión Jacob. Pero no quiero que te sientas atado aquí por mí.
-Papá… -él me miró raro, sabía que la siguiente frase era profunda. Nunca le llamaba papá a no ser que fuera para decir algo muy sentimental-. No eres una carga, eres mi padre y te quiero. Debo quedarme porque así lo siento, tengo obligaciones además de Ness… -dolía casi el decir su nombre ahora que estaba lejos-.
-Espero que vuelvan pronto, Jake, no quiero que sufras.
-Gracias papá…
El picaporte de la puerta giró, nuestra visita había llegado. Desde hacía un tiempo no se molestaba en llamar, sólo entraba como si fuera su casa. Rachel se asustó cuando entró en la cocina tan sigiloso, pero le abrazó por el cuello y le besó dulcemente…. ¡Puaj! Demasiado amor en el ambiente, no era sano.
Nos sentamos a la mesa y cenamos en silencio mientras los tortolitos se ponían ojitos y se sonreían más de lo habitual. Rachel había preparado tarta de chocolate de postre, lo que me recordó a Nessie… su tarta favorita. Terminamos de cenar y me iba a levantar cuando Rachel me pidió que me sentara.
-Espera… debemos deciros algo. –me dijo mientras miraba a Paul y le invitaba a hablar-.
-Bueno, no es nada que no sepáis, estamos enamorados, bueno, más que enamorados… -decía mientras le ponía ojitos a mi hermana… mi estómago luchó por retener la deliciosa cena que acababa de engullir. No podía soportar que Paul, precisamente el más odioso de toda la manada, mirase así a mi hermana-. El caso, es que hemos decidido casarnos.
-¿Qué? –Billy se puso blanco. Me asusté y me acerqué más a él-.
-Bueno, si tu me das el consentimiento, Billy.
-Yo… -mi padre pasó del blanco al rojo y luego retornó a su color natural-. No debo concederte nada. Si ella quiere, que creo que sí, no hay nada más que decir. Sólo quiero pediros que primero busquéis un buen hogar.
-Eso está hecho, Billy. He estado visitando unas cuantas casas, pero ninguna me gusta demasiado… estoy planteándome el construir una de cero.
-Me parece lo mejor, pero eso… cuesta mucho dinero… -Mi padre hizo una mueca. Rachel trabajaba, pero no ganaba como para comprar una buena casa, como la que Billy había soñado para Reich…
-No saldrá demasiado cara si un cuñado con ganas de perderte de vista la construye –le sugerí, mientras los tres me miraban boquiabiertos-. Bueno, no tengo pasta suficiente para comprar un terreno en la reserva, pero quizá en las afueras sí. Y dado que pude construir una casa árbol… -ese recuerdo me dolió un poco-. Con un poco más de tiempo quizá pueda construir una casa medio decente. –Añadiendo además que el tiempo que me tomaría me mantendría distraído… si es que podía sacar de mi cabeza su ausencia…- Será mi reglo de bodas.
-No puedo consentirlo Jake… yo…
-Reich, no me lo discutas. A no ser que no quieras una casa en las afueras.
-Bueno, en verdad, había pensado comprar la casa que venden dos calles más abajo. No me gustaría irme lejos de vosotros ahora. El problema es que la casa… está en ruinas.
-Se puede arreglar.
-Entonces acepto tu regalo, yo compro la parcela y tú restauras la casa, ¿de acuerdo?
-Está bien… -no me hacía gracia que ella pagara la casa, pero tampoco tenía muchos ahorros, así que era lo mejor que podía hacer.
Paul se quedó a ver el partido con Billy y yo me fui a dormir. Al menos a intentarlo. Daba vueltas y vueltas, me faltaba lo que anoche tenía a centímetros de mí.
Cuando amaneció Rachel se levantó a preparar el desayuno. Ayudamos a Billy a levantarse y desayunamos. Después fuimos a ver la casa, en ruinas completamente. Creo que sólo iba a aprovechar los cimientos, sería mejor tirarla y comenzar de cero. Rachel acompañó a Billy a una revisión médica, mientras yo fui a la casa árbol. Comencé a sentir su ausencia, así que fingí que la esperaba impaciente. Cogí los papeles donde ella dibujaba, y comencé a hacer un plano de la casa.
Cuando terminé, decidí incluir colorines, al menos así pasaría más rato. Al abrir el cajón encontré una carpeta con sus dibujos. Los miré durante horas. Era casi de noche cuando me dí cuenta que debía volver a casa.

Hablé con Reich sobre la distribución de la casa y los planos, los materiales y colores… ya podía imaginar la casa terminada.
Pasaron los días con una rutina extraña, me levantaba, trabajaba destruyendo la vieja casa hasta que dejé sólo los cimientos, lo que me costó dos días. Luego comencé a buscar arcillas naturales, rocas y maderas, guardándolas en el pequeño prado adjunto a la casa árbol.
Decidí allanar el terreno lo máximo posible, haciendo la casa de una altura. Se me hizo muy duro solo pensarlo, pero algún día tendrían hijos –mis sobrinos, monstruitos, mini Pauls… temblé cuando lo imaginé-, así que Billy querría verlos, por lo que cambié la distribución, que en un principio era de dos plantas, y le informé de los cambios a Reich, la cual se emocionó cuando le cité el tema sobrinos… Fue duro.
Allanar el terreno y reubicar las habitaciones me llevó otros dos días. Después comencé a levantar las cuatro paredes principales. Eso me llevó dos semanas. Creí que me moría cuando me dí cuenta que solo habían pasado 20 días desde la marcha de mi pequeña. Era un idiota, como no podía dormir, trabajaba, por lo que adelantaba el trabajo, por lo que me costaría menos acabar la casa. Debía buscar más distracciones.
Decidí tomarme un día libre de mi nuevo hobbie de albañil. En estos días había entrado en fase solo para ir a recoger materiales para la casa. Esta vez lo hice sólo por placer. Estuve todo el día en mi forma lobuna. Creí que sería buena idea cazar, pero eso me recordó a mi pequeña. Una voz resonó de repente en mi cabeza.
-Bienvenido, te echaba de menos en mi cabeza.
-Hola Seth…
-No estés mal, si quieres puedes arreglar algo en mi casa… así te entretienes…
-Muy amable… Pero quizá te haga caso y cuando termine la casa de Reich arregle la mía. No estaría mal que Billy tuviera una casa decente…
-Sí, es buena idea… -Le noté triste-.
-¿Tienes pulgas?
-Sí, bueno… -se reía-. Estoy pensando en no enamorarme nunca.
-¿Y eso? ¿No eras tú el que quería enamorarse de alguien a toda costa, sentir esa felicidad?
-Sí, bueno, pero ahora ya no… os veo, Jake, veo a mi hermana, como lo pasó con Sam. Con Ephraim es distinto, ella ni siquiera esperaba poderse imprimar, así que tampoco tiene gran prisa por que él crezca. Pero tú sufres, y mi madre sufre. Estoy viendo que hay más probabilidades de sufrir que de tener un final feliz. No sé…
-¿Tu madre sufre?
-Sí, bueno… Charlie no sale mucho últimamente. Está muy triste por la marcha de Bella y Nessie, así que trabaja más horas para poder ir los fines de semana. Eso supone menos horas para estar con él, y cuando viene de visita está cansado y triste. Me recuerda a ti.
-Me da igual lo que haga Charlie. No ha sido capaz de venir en todo un mes a ver a Billy.
-Lo sé, mi madre se lo ha reprochado, pero tiene miedo. Al igual que mi madre.
-Pero tu madre al menos va a hacerle compañía.
-Bueno, quizá deberías ir a hablar tú con él. Además, me dijo que tenía algo para ti.
-Me da igual.
-Alguien te ha dejado un regalo en su casa.

¿Un regalo en su casa? ¿Bella? ¿Nessie? No, mi pequeña no. Quizá Bella, o incluso Ed… no sé.

-Deberías ir…
-Iré a verle ahora mismo. Billy le echa de menos…
-Sí, si se lo dices es muy posible que vaya.
-Gracias Seth.
Fui a casa y salí de fase. Me puse algo de ropa y me fui directo a la comisaría. El coche patrulla de Charlie estaba aparcado en la puerta. Entré muy decidido, pero el tirillas de su ayudante me dijo que había ido con un compañero a una emergencia. Salí de la comisaría y me senté en la acera con resignación. Lo que menos me apetecía era esperar por tiempo indefinido, ya que eso me dejaba tiempo para pensar, y solo podía pensar en ella. Tenía ganas de llamarla, de escuchar su voz y su risa. Pero ella era joven, muy posiblemente ya casi no preguntaría por su tito Jake, por su lobito. Eso me consolaba, en parte, porque eso supondría que no sufría.
-¿Jacob? –la voz de Charlie interrumpió mis pensamientos-.
-Charlie…
-¿Qué… ha pasado algo?
-Depende… Algo ha pasado.
-¿Qué? ¿Billy está bien? –parecía muy asustado-.
-Sí, bueno… está algo mejor.
-¿Entonces?
-Quería hablar contigo… No sé cuales serán tus razones, pero me siento… me cabrea que hayas abandonado así a Billy. Él te echa de menos, debes ir a verle Charlie.
-Yo… lo siento… no sabía si él… no sé. Creía que estaba enfadado conmigo por lo de Sue, que no iba a entenderlo, además como le pasó eso… siento que por mi culpa tu padre esté enfermo. Por eso no voy a verle. No quiero hacerle sufrir más.
-¿De qué hablas? Charlie, él está contento por los dos. Sólo que sabe que ahora pasaréis menos tiempo juntos. El ataque al corazón fue por su enfermedad, no por un disgusto. El disgusto lo tiene ahora, porque Sue va a verle alguna vez y tú no.
-Charlie, debemos irnos, ha habido otra emergencia… -interrumpió un hombre algo contrariado. Me miraba como si fuera una amenaza para Charlie.
-Está bien, vamos.
-¡Charlie, espera! –se paró y se volvió-. Creo que deberías pasar hoy por casa. Eso alegraría mucho a Billy.
-Mejor… venir a cenar a casa. Hay partido, así que podemos verlo en la pantalla plana. Le diré a Sue que venga… cocina mejor que ninguno. Una noche en… familia –dijo dudoso-.
-Suena perfecto Charlie, noche en familia. –repetí su frase sin duda alguna-.

Me dirigí a casa, para informar a Billy de la cena y así librarnos por una noche del amor incondicional de mi hermana hacia ese espécimen que nos sacaba de quicio.
Me tumbe en la cama, esperando que se hiciera la hora. No tenía ganas de nada, solo de jugar con mi pequeña. Tenía que dejar de pensar en ella, ella seguro que ya era feliz. Me di cuenta de que mi cuarto parecía una zona catastrófica tras el paso de un huracán, así que comencé a recoger. A los cinco minutos me cansé y solo me apetecía ir a mi santuario. Cuando llegue a él, abrí el armario levemente para sentir su olor, cada vez más débil. Me fijé en que no había guardado la carpeta de dibujos y la cogí. Volví a casa, aún faltaban dos horas para la cena. Miré los dibujos.
Había dibujos de todos, Bella y Edward, el Doctor Colmillos y Esme, el forzudo y su Barbie, la sabelotodo-menos el futuro de los lobos y el tranquilizador… la manada. Un prado con un lobo rojizo, ese era yo, y una niña sonriente en su lomo. Un lobo bebiendo a orillas de un río con una niña tocándole la nuca. Un lobo rojizo tumbado en el césped con una niña durmiendo apoyada en su pata.
Siempre como lobo. Era como su gran peluche.
Había algunos más, encontré uno en el que salía con Bella y mi forma lobuna, de nuevo. Otro que salíamos los cuatro, Nessie, Bells, Edward y yo. Otro que salía ella con la Barbie y la vidente. Estaban muy guapas, aunque aquel dibujo no reflejaba toda la belleza de la pequeña. Comencé a colocar los dibujos por el techo.
Mi padre llamó a la puerta y entró, viéndome colocar los dibujos.
-Hacía años que no tenías dibujos en tu cuarto.
-Lo sé… -Los había quitado todos. Tenía dibujos de paisajes que pintaba mi madre, pero Billy se deprimía tanto cuando los miraba que los quité-.
-¿Aún guardas los otros?
-Sí, por supuesto.
-Bien… hay uno que… me gustaría enmarcar. El del prado de amapolas, con la cascada de fondo –sabía cual era, le encantaba a Reich-, me gustaría regalárselo para su casa, si no te importa.
-Me parece un regalo estupendo.

Billy entristeció levemente y se marchó. Terminé de decorar mi techo, y me tumbé en la cama mirando los dibujos. La conversación de Billy me hizo pensar en mi madre. Se estaría volviendo loca con todos estos cambios… No. Ella era comprensiva, dulce. Aunque se asustara al principio, acabaría comprendiendo todo. Ahora mismo me estaría consolando. En momentos así la echaba de menos.
Salí y ahí estaba Billy mirando por la ventana, con el mismo aire nostálgico que yo. Los dos la echábamos de menos.
-¿Quieres que vayamos a verla? Aún nos queda un rato para ir a casa de Charlie.
-No, da igual…
-¿Estás seguro?
-Seguro, iremos otro día.
-Mañana. Iremos mañana. Podemos preparar un picnic y comer allí. Seguro que a Reich también le apetece.
-Está bien, Jake, como quieras.

Me quedé unos minutos mirando a mi padre, que me ignoraba por completo para seguir mirando al infinito. Odiaba estos momentos. Él casi nunca estaba así, solo cuando pensaba en mamá. Reich llegó con su perrito, algo que me alegró. Le conté el plan para la mañana siguiente y ella se encargó de animar a Billy. Reich también la echaba de menos, pero lo llevaba mucho
mejor delante de Billy.
Se hizo la hora de irnos, así que dejamos a los tortolitos en casa.
Cuando llegamos Charlie salió para ayudar a Billy, y le dio un sentido abrazo. Se disculpó, le explicó porqué no iba, y los dos acabaron riendo de las estupideces que habían pensado, incluyéndose Sue. Seth no paraba de animar al equipo contrario mientras Leah ayudaba a Sue en la comida. Charlie y Billy se reían de Seth, porque su equipo iba perdiendo. Yo me dediqué a recordar todas las cosas que había vivido en esa casa. Las visitas a Bella cuando era humana, las visitas a Charlie cuando acompañaba a Bells y a Nessie… Nessie. Charlie me miraba de
reojo, cuando me dí cuenta cambié de expresión y el respondió con una mueca. Se acercó a mí.
-La echas de menos, ¿verdad?
-Sí, bastante… -ni se imaginaba cuánto-.
-¿Por qué no has ido a verla? No es la única que te echa de menos. A Bells también le gustaría que fueras.
¿Me echaba de menos? ¿También Bella? No, no podía ser.
-Será más fácil así, ellas… acabarán olvidándome.
-No lo creo. Bella… ya sabes lo tozuda que es. No se va a olvidar de ti… y mucho menos teniendo a Nessie hablando cada dos minutos de ti.
-Nessie… ¿habla de mí?
-Cada fin de semana me pregunta unas cien veces por qué no has ido aún. Eso me recuerda… Acompáñame. –Charlie se levantó y me hizo señas para que lo siguiera. Cuando salimos al jardín se paró delante de algo, cubierto por una lona-. Seguramente Billy me querrá matar, pero esa chica… Rosalie me da miedo. Me dijo que la guardara aquí y que te la diera. Quiere que vayas a verles, bueno, me dijo que era por Nessie. Esperaba que vinieras antes, así que espero que esté en buenas condiciones, la verdad, me hubiera gustado tener un garaje, una preciosidad así no se puede estropear… y eso que no me gustan… pero es una preciosidad.
Me hizo un gesto para que me acercara, así que me acerqué y la destapé. Ahí estaba, una preciosidad, ciertamente. Era una Honda Shadow Spirit, negra y con el asiento en color rojizo, parecido a mi pelaje. Una bestialidad.
-Esto… esto te lo dio la… ¿Rosalie? –me había quedado noqueado. Charlie se reía, notaba lo descolocado que estaba.
-Sí señor, yo también creía que te odiaba. Pero me recalcó muy mucho que era para que fueras a ver a Nessie…
-Es… Woo… es perfecta.
-Espera… -Charlie se metió en la casa y salió corriendo con algo en la mano-. Toma, esto es mío. –Era un casco, en negro y caoba, a juego con la moto-. A ella se le olvidó ese pequeño detalle… creo –dijo mientras reía-. Así que como no quiero que te rompas la cabeza…
-Gracias. Es genial. –Me dio el casco y las llaves de la moto-. Voy a probarla.
-Creo que deberías despedirte al menos de Billy… -me miró fijamente, intentando decirme algo con la mirada, como no lo capté agregó-. Si coges esa moto va a ser sólo porque vas a ver a mi nieta, así que al menos despídete de Billy.
-No, yo… mejor vengo a por ella mañana.
-No digas tonterías. No lo hagas por Billy, yo le llevaré a casa.
-Está bien. Voy a contárselo a él.

Entré corriendo en casa de Charlie, les conté lo del regalo. Todos salieron a ver la mega moto, gran detalle de la Barbie.
-Ten cuidado, y llama cuando llegues –se limitó a decir mi padre sabiendo mis intenciones-.
Entonces caí en la cuenta en que mañana habíamos hecho planes. Si iba a ver a mi pequeña, sería para un par de días al menos. No podía volver a fallar a mi padre.
-No, iré el fin de semana. Tenemos planes para mañana.

Mi padre intentó convencerme, pero necesitaba esa visita a mi madre tanto como él. Volvimos a casa y me pegué la noche pensando en qué le iba a decir a mi pequeña. ¿Sería capaz de entender mi razón para no haber ido antes? ¿Sería capaz de perdonarme? ¿Me arrancarían la cabeza los chupasangres por hacerla sufrir? Eso no me importaba, quizás lo mereciera.
Me dormí pensando en ella. Me desperté recordando la sonrisa de mi pequeña, esa que había puesto en mi sueño al verme llegar. No me importaban las caras del resto, los que en el sueño –y posiblemente también en la realidad- me querían asesinar. Sólo veía su sonrisa.

Acudimos a ese lugar, no tan bello como antes. Mis hermanas estuvieron años cuidándolo, pero nosotros no teníamos valor para venir a ver la tumba de mi madre. Billy se emocionó, y yo le cogí de la mano. Reich la cogió la otra. En seguida se puso a limpiar todas las malas hierbas y puso flores nuevas, limpiando los jarrones, algo que me recordó a mamá. Nos sentamos los tres frente a su tumba, y comenzamos a contarle cosas de nuestra nueva vida.
Reich le contó el periodo de universidad, que al volver se había enterado de todas la historias de los hombres lobo, y que se había imprimado con Paul. Yo le conté toda la historia de Bella, Edward y Nessie. Nos quedamos callados esperando a que Billy hablara.
-Ellos te han contado casi todo ya. Solo puedo decir que te echamos de menos, y que espero que estés tan orgullosa de ellos como lo estoy yo.

Reich y yo nos miramos, sonriendo. Mi padre no era un hombre de muchas palabras. Comimos allí, recordando anécdotas con mamá y alguna que otra nueva. Comimos y reímos, hacía años que no teníamos algo así. Me gustó.
Terminamos de comer y volvimos a casa tras despedirnos de mamá. Billy parecía feliz, cansado, pero feliz. No mostraba la nostalgia que tenía ayer. El viejo Uley apareció por casa y se llevó a Billy, que se despidió sugiriéndome estrenar la nueva moto.

Me fui a tumbar a la cama, viendo los dibujos de mi pequeña. No duré ni un minuto tumbado y salí corriendo para buscar mi moto, la moto que la Barbie me había regalado.
Charlie estaba llegando cuando me pilló saliendo de su casa con la moto. Me miró curioso y sonriente, mientras se acercaba.
-Ten mucho cuidado. Ya sabes lo que te pasó la última vez…
-Lo sé, lo sé…
-Llama a Billy cuando llegues, y que me avise. Y dales un beso enorme a mis pequeñas,
¿de acuerdo?
-Te lo prometo. Gracias por todo Charlie.

Puse en marcha la moto, que rugía con gran potencia. El viaje iba a ser entretenido, pero solo deseaba llegar para abrazar a mi pequeña.