Capítulo 1: El regalo ₪ Bella POV - C.E.

15:04 1 Comments A+ a-


Parece que fue ayer cuando mi hija nació y yo me convertí. Las horas pasan y a cada momento la noto crecer, cambiar… es un gran consuelo haber conocido a Nahuel. Sé que algún día ella se estancará en una eterna juventud como la nuestra. Estaba tan bonita cuando dormía.


Dejé de mirar a mi pequeña pateadora, y miré a mi mejor amigo, mi amante… mi esposo. Estaba como yo observando los sueños de nuestra pequeña con una expresión dulce y serena. Dejé que mi escudo se encogiera para llamar su atención y no despertar a nuestra pequeña. Él sonrío al mirarme y se acercó rodeándome con sus brazos:

-Vamos, dejemos que duerma…-me susurró tiernamente al oído

Salimos a nuestro pequeño jardín, observando el cielo y las estrellas reflejados en el estanque. Una brisa me recordó que no estábamos solos, él siempre estaba cerca de ella, era inevitable. Odiaba reconocerlo, pero mi propia madre definió mi relación con Edward como un planeta y su satélite, como si el uno atrajera al otro. Estaba claro que mi querida Renesmee era un planeta que atraía a Jacob con una gran fuerza gravitatoria.

-Está durmiendo, será mejor que vengas mañana… -contestó Edward a los pensamientos de Jake. Se escuchó un aullido extraño, una mezcla entre tristeza nostalgia y devoción, dejando claro que necesitaba verla.
-Está bien Jake, puedes pasar.-dije mientras mi marido me miraba con rostro contrariado.-Yo no leo mentes, pero le conozco muy bien… y no nos va a dejar en toda la noche hasta que la vea, así que será mejor que entre para que se vaya antes.-le dije mientras le sonreía ante mi gran conclusión.
-¡Genial! ¡Gracias Bells!- dijo Jake ya en su forma humana mientras entraba corriendo en la casita.
-No la despiertes, perro.-le sonrió Edward.- Hoy ha estado muy inquieta porque no te había visto y nos ha costado mucho que por fin se durmiera. Mañana podrás verla.-hizo una pausa y torció el gesto.- Sí eso parece, pero no lo pienses cerca de mi, por favor…
-Ya sabes a que me refiero, no quería decir, bueno, pensar eso.-dijo Jake bajando la cabeza y algo sonrojado.
-Ya, lo sé, lo sé… Pero no te confundas, que no te arranque la cabeza no quiere decir que no me molesten tus pensamientos… Sí, puedo llegar a entenderlo… -de repente gruñó- No sigas… No lo sé, pero no creo que a ella le guste mucho más que a mi esa imagen…
-¡Eh! Un momento, ¿me podéis explicar de qué va todo esto?-dije interrumpiendo su, al parecer, fluida conversación vía telepática
-Solo…-Jake dudó- solo estaba pensando que me agrada que ella me eche de menos… y bueno…
-Será mejor que entres en casa -interrumpió Edward-, creo que ella te reclama.

Jake sonrió y entro dando zancadas a la casa, oí como mi hija se reía al verle y, sin poder evitarlo, también escuché como Jacob le decía a mi hija que todo había ido bien, pero que ahora tenía que descansar y dormirse.

-¡Estupendo!... creo que la niñera se quedará toda la noche.
-¿Qué pasa?
-Nes… Renesmee quiere que Jake le cuente un cuento, y tiene intención de hacerlo repetir hasta que uno de los dos se duerma…


Suspiré. Me solté de los brazos de mi marido y me asomé a mirar el cuarto. Allí estaba Jacob, sosteniendo a mi hija en brazos, envuelta con una mantita que nos había regalado Sue Clearwater, la cual tenía un lobo de color rojizo con una niña montada en él. Se dirigió a la librería, mi hija posó la mano en la cara de Jake, seguro mostrando que libro escoger, lo cogió, y se sentó en la mecedora mientras mi hija no paraba de mirarle y sonreír. Escuché a mi marido suspirar, me volví para mirarle.

-Nuestra pequeña ha escogido la historia interminable, y no tiene intención alguna de dormirse –dijo mientras sonreía- cree que lo más probable es que él se duerma antes.

Sonreí con ganas. Sabía que él se dormiría antes, al igual que mi hija. Les miré de nuevo y vi como Jacob bostezaba, lo cual me hizo volver a sonreír. Mi hija parecía muy feliz, al igual que él, y no paraba de observar y escuchar atentamente como la voz ronca le contaba historias ya escritas.

-Creo que él se dormirá antes-de repente los dos nos miraron.
-Sí, ella lo sabe también. Creo que quiere que nos acerquemos a darle un beso de buenas noches.

Nos acercamos para dar un beso de buenas noches a nuestra hija, y pasamos al salón de la casita. Al cabo de unos minutos de escuchar las risitas de mi hija y de Jacob, se escucharon los ronquidos. Me asomé a la habitación y observé como mi hija comenzaba a dormirse respirando al ritmo de los ronquidos de mi mejor amigo.

-Será mejor que nos vayamos al prado y los dejemos dormir. Ya volveremos en unas horas a despertarles, no me gustaría hacer infeliz a Renesmee.
-Sí, es una buena idea.

No cogimos de la mano y empezamos a salir, a los pocos metros de la casa comenzamos una carrera, sabía que él me ganaría. Mis fuerzas de neófita cada vez iban disminuyendo. A mitad de la carrera pude oler un grupo de ciervos a no más de 500 metros. Los dos frenamos en seco y sonreímos… empezaba la cacería.
Nunca pensé que ir de caza fuera tan sumamente divertido, pero no sé porqué él siempre lo hacía mejor que yo. Cuando llegamos al prado nos sentamos y nos miramos a los ojos. Nunca se me pasaría la sensación que me producía su mirada y su belleza. Se aproximó a mí con uno de sus movimientos tan llenos de delicadeza, acarició mi mejilla y me besó. Nos fundimos en un tierno beso.

Parecía que habían pasado segundos cuando en realidad ya hacía dos horas que habíamos llegado al prado. Escuchamos a lo lejos a Esme y Carlisle, que aparecieron de repente en el prado cogidos de la mano. Creo que les costó darse cuenta de que estábamos ahí, pero al fin nos saludaron y se acercaron. Parecían felices, como una pareja de adolescentes cuando comienza a salir… sin embargo llevaban casi un siglo juntos. Estaban hechos el uno para el otro, como mi marido y yo.

-Hace una noche preciosa, ¿verdad? –dijo Esme con una sonrisa-
-Es una noche perfecta, solo por el simple hecho de que tú estás conmigo.-le contestó Carlisle mientras se miraban a los ojos profundamente, como si estuvieran hablando solo con la mirada.

Edward me miró y sonrió, Bajo un poco la cabeza, como si se fuera a sonrojar por tal demostración de amor entre sus padres. Entonces tornó el gesto y miró a Carlisle.
-Ejem…

Carlisle retiró la mirada de los ojos de Esme, y sonrió.
-Perdona, Edward…

Entonces Esme y yo nos miramos, ella parecía algo avergonzada. Miró de nuevo a Carlisle y otra vez a nosotros y comenzó a reír.
-¿Cómo está Nessie? –preguntó Esme
-Está en casa con Jake, se han quedado los dos dormidos, así que hemos decidido dar un paseo.-le contesté a mi suegra.
-Eso es estupendo –se sentó a mi lado en una fracción de segundo-. Así podemos hablar de la fiesta.
-Creo que Alice nos saca ventaja a todos.-dijo Edward estallando en carcajadas.

Nos quedamos hablando los cuatro el resto de la noche, Carlisle le contaba a Edward las conclusiones acerca de nuestra hija. Él todavía seguía midiéndola todos los días e intentaba averiguar la talla que alcanzaría, había hecho un estudio genético sobre ella, en el cual Edward intentaba colaborar y sobre todo, no desistía en el intento de que ella usara su aparato digestivo de forma humana.
Alice y Rose estaban emocionadas con el hecho de que mi hija no dejara de crecer, pero a mi me resultaba muy incómodo. Ellas siempre nos arrastraban de tiendas, lo que parecía agradar a mi hija.
Esme y yo debatimos sobre la fiesta que Alice seguro ya habría organizado para el primer cumpleaños de mi hija. Me encantaba Esme, desde mi boda no había vuelto a ver a mi madre, a veces hablábamos por teléfono y por e-mail, pero no era lo mismo, la añoraba muchísimo. Sin embargo mi suegra siempre ha estado a mi lado, apoyándome como a una más de sus hijos adoptivos. Nunca sabría como agradecerle todo el apoyo y el amor que me ha brindado todo este tiempo.


El cielo cada vez aclaraba más, así que decidimos que ya era hora de ir a por mi hija. Los cuatro entramos a nuestra casita, el fuego se había apagado y solo quedaban pequeñas brasas. Jacob seguía en la misma posición en la que lo dejamos, o casi. Mi hija sin embargo había pasado de estar entre los brazos de Jake a posar su cabecita en el gigante hombro de mi amigo, abrazándolo por el cuello y cubriendo a los dos con la mantita de Sue. A todos nos pareció una escena muy tierna, excepto a mi marido, que no puso muy buena cara, lo que provocó que los tres riéramos ante su enfado.

-Cariño… es algo que va a pasar, lo sabes. Además el sólo la ve como su sobrinita, su hermana, y tu deberías saberlo mejor que nadie. A ella le encanta jugar con él, sufre cuando no lo ve un día…-cambié de gesto.- A mi tampoco me hace mucha ilusión que esté obligada, pero es así, y hay que aceptarlo.
-Cierto. Sabes que todos te tomaron por loco cuando decidiste salir con Bella, pero yo te apoyé porque sabía que todo acabaría bien. Y ahora te veo a ti sufrir por el futuro de tu hija,-le dijo Esme mientras sonreía, se acerco y acarició la cara de su hijo-, y créeme, se que esto también va a salir bien.
-Pero lo que me da rabia es… -Edward bajo la cabeza y entristeció mucho-.
-Cielo, no vas a perder a tu hija. Va a ser siempre nuestra. Bien es cierto que crece demasiado deprisa, pero también lo es que siempre va a estar con nosotros, toda la eternidad. Así que va a ser siempre tu niñita, esté con quien esté. –Hice una pausa, y pareció que su gesto cambiaba ligeramente.- Además, prefiero que sea con Jacob, lo conocemos, sabemos que cuando ama se entrega y lucha por lo que quiere, es incansable. Y es muy fuerte y conoce nuestros secretos a la perfección, será mucho mejor que cualquier humano, el la comprenderá y le dará todo lo que necesite.
-Bueno, creo que aun me quedan unos años al menos para hacerme a la idea de todo esto.-dijo con una media sonrisa mirando a Carlisle-.
-Sí, no muchos, pero los tendrás.- le contestó su padre sonriente.- Bienvenido al nuevo mundo de ser padre.
Todos miramos la cara de Edward algo contrariada y nos reímos.
-La verdad es que me asusta que crezca tan rápido, me gustaría conservarla así de pequeña e inocente durante…-dudó
-¿Siglos?-le sugerí-.
-Mmm...… creo que toda la eternidad.
Estallamos en carcajadas aún más fuertes, lo que despertó a mi princesa y mi mejor amigo. Mi hija se frotaba los ojitos mientras Jacob se estiraba y abría la boca de manera exagerada. Parecía que se fuera a zampar a mi hija de un solo bocado.

Mi hija miró a su padre y me miró algo contrariada. Tocó a Jacob en la mejilla y sonrió.
-Sí, lo sé, me ganaste… Está bien, ¿cuando quieres hacerlo?... ¿ahora? Niña, vas a ser mi perdición.
Jake cogió a la pequeña dirigiéndose a nuestro jardín, y todos salimos tras ellos. La cara de Edward era todo un poema, iba aguantándose la risa. De repente Jacob sentó a mi hija en el columpio, se alejó unos metros y trepó por la roca que había junto al estanque. Entonces, saltó desde detrás de la roca mientras entraba en fase, y acabo entrando en el agua como lobo. Salió del estanque y se sacudió toda el agua mojándonos a todos. Mi hija reía como nunca y aplaudía mientras coreaba “otra vez tito Jake, otra”. El subió en un par de saltos a la roca y repitió la acción.
Mientras mi hija no paraba de reír él se acercó y mi hija saltó del columpio y acarició la pata de aquel lobo tan gigante. De repente mi marido se acercó y la subió al lomo de mi amigo, el cual dio una par de vueltas alrededor del jardín. Edward recogió a nuestra hija tras las vueltas y Jacob fue a salir de fase y a recoger su ropa. Mi hija seguía aplaudiendo mientras el volvía.

-Mi tito Jake perdió la apuesta- dijo con su dulce voz dirigiéndose a sus abuelos-. ¡Se durmió antes que yo!- y comenzó a reír.
-Pero hiciste trampa, ¡sabes que siempre me quedo dormido con ese libro!
-¡Me tocaba elegir!-le contestó riéndose y se giró hacia sus abuelos- ¡Siempre me toca elegir!
Todos reían mientras yo sonreía. Me encantaba la cara de mi amigo, no disimulaba, disfrutaba realmente con ella, siempre le hacía reír, y nunca le importaba hacer el ridículo, incluso le daba igual cuando Rose se metía con el por las tonterías que le hacía a la niña.

-Creo que deberíamos ir a casa. Alice está desesperada por veros, parece que os va a llevar de compras otra vez-dijo Edward mirándome con cara de pena.

No le gustaba que estuviéramos separados, y mucho menos sabiendo que yo no estaba a gusto cuando me iba de compras con Alice. Seguramente también iría Rose, por lo que recorreríamos todas y cada una de las tiendas que haya en la ciudad.

Nos dirigimos hacia casa, pero Jacob se desvió antes de llegar. Al acercarnos vimos a Emmett y a Jasper peleando en el jardín, y Alice y Rose estaban sentadas viendo la pelea. Nada mas vernos, salieron corriendo a saludar a su sobrina. Llenaron a mi hija de besos y abrazos, como era costumbre. Creo que ninguna niña del planeta estaba tan mimada como la mía.

-Nessie, hoy nos vamos a ir de compras.-dijo Alice
-Sí cariño, puedes elegir cualquier cosa que quieras, tus tías te regalaran todo lo que quieras.
-¡Sí, sí! ¡Quiero comprar muchas cosas!-sonrió mi pequeña
-Y, ¿donde vamos hoy?-les pregunté
-Tu siempre aguando la fiesta Bella, pero creo…-dijo mientras ponía cara de concentración.- No, sé que hoy te lo pasarás bien. No vamos a ir solas, tu padre viene de camino, y vendrá de compras encantado.

No lo podía creer. Mi padre de compras y contento. Esto de ser abuelo le había cambiado de sobremanera. Ahora siempre estaba sonriente, venía casi todos los días a ver a mi hija, sin importarle los grandes cambios que sufría. De hecho, recuerdo la primera vez que mi hija le habló, nunca lo había visto llorar así… Le había devuelto la vida.

Nos fuimos a Port Ángeles, y recorrimos todas y cada una de las tiendas. Mi padre no puso muy buena cara cuando Alice se empeñó en que tenía que comprarse algo bonito para la fiesta de cumpleaños. Lo más extraño es que tampoco tuvo que insistir demasiado, mi padre nos pidió consejo a las cuatro sobre todas las camisas que se probaba. Alice insistió en que se comprara una camisa gris muy elegante y unos pantalones vaqueros en color negro, muy informal. Pero he de reconocer que estaba guapísimo.

A mitad del día entramos a comer algo en una cafetería. Bueno, comer, solo comió Charlie, y mi hija al estar él también lo hizo. Después Alice cogió a mi hija y se disculpó, saliendo con ella.

-Vendremos en un momento, se me ha ocurrido algo que puede gustar a Nessie… quedamos aquí dentro de media hora, ¿de acuerdo?
-Yo tengo que ir a comprar unas cosas para Emmett… así que volveré también en un rato.

Así me dejaron a solas con mi padre.

-Tienen mucha energía tus cuñadas… No se como Nessie soporta ese ritmo…
-Si, hoy ha dormido muy bien, y días así la dejan muy cansada. Pero lo pasa muy bien de compras, así que es un alivio que a ellas les guste. Además gracias a esa energía veo que por fin te has comprado ropa nueva.
-Sí -dijo sonriendo-, la verdad es que me hacía falta comprar ropa nueva… siempre voy con el uniforme o con la ropa vieja… No está mal cambiar de vez en cuando…
Eso incitó mi curiosidad.
-¿Desde cuándo le gustan al jefe Swann los cambios?
Mi padre enrojeció, su piel emanaba tal temperatura, que si no lo conociera bien creería que estaba enfermo.
-Creo que está bien que a veces… bueno… no sé.-sabía que quería decirme algo, así que le sonreí y le cogí la mano para darle confianza.- Verás, desde que tú te has ido, me siento muy solo. No quiero que te sientas mal, ni nada parecido, solo que cuando no estoy con vosotros, me gusta mucho ir a la reserva… antes solía ir mucho por Billy, pero ahora voy más por Sue. Me da pena, la pobre tiene problemas con Leah, y Seth intenta ayudar… pero es muy joven, hay cosas que no llega a entender…-si él supiera…- así que muchas noches cenamos con Billy, y hablamos pues… de cosas de padres.
-O sea, que te gusta Sue
Mi padre pasó de un rosa chicle a un rojo sangre en un segundo.
-No sé Bella, Soy muy mayor para estas cosas… además no podría hacerle eso a Harry.
-Papá, no creo que a Harry le importase que su mejor amigo cuide a su mujer. Estáis los dos muy solos, y os hacéis compañía, no hay absolutamente nada malo. De todas formas, creo que es algo que podrías hablar con ella…
-No sé, también me da pena por Billy, los tres estamos solos, pero si yo ahora… -se quedó muy pensativo- Además Sue no creo que quiera estar conmigo… es demasiado pronto…

De repente Alice entró y a los minutos Rose.

-Toma Charlie, es un regalo de parte de tu nieta y tu hija- dijo sonriente-. Espero que la uses en ocasiones especiales-dijo guiñándole el ojo.-
-Vaya Alice, muchas gracias… y a vosotras también… ¡Ay, mi pequeña Nessie! –Charlie empezó a abrir el regalo, era un perfume de caballero-. ¡Vaya! Muchas gracias chicas…
-Seguro que con ella te sale novia Charlie -dijo riendo Alice, a lo cual mi padre me miró y enrojeció mucho-.

Volvimos para casa y allí nos esperaban Esme y el resto de la familia y, evidentemente, Jacob. Salió corriendo de la casa y cogió a Nessie lanzándola al aire.

-¿Qué tal mi pequeña? ¿Habéis comprado muchas cosas?-mi hija posó su manita en la mejilla de Jake, dejándole ver todo lo que habíamos hecho durante el día-. ¿Sí? Suena muy divertido… Yo estuve en la reserva con los chicos… Sí Claire también estaba, y Emily y Kim…

Mi amigo también le contó su día a mi hija, los dos estaban expectantes a las palabras del otro, o imágenes, en el caso de mi hija. Empezó a oscurecer a la media hora de llegar, y Charlie decidió que era hora de irse a casa. El resto de la familia miró a mi hija haciendo un desfile probándose toda la ropa que sus tías le habían regalado. Seth apareció por allí para ver a Renesmee, ella se lo pasaba en grande con él, sobre todo cuando los dos licántropos hacían el tonto para ella.
Pronto mi pequeña pateadora comenzó a bostezar. Jacob nos pidió que le dejáramos ir a acostarla, y no pudimos negarnos. Estábamos los tres asomados a la cuna mirando como se iba durmiendo mi hija. Edward empezó a tararear su nana, y al cabo de los minutos se durmió.
Jacob le dio un beso en el pelo, la arropó y sonrió.

-Creo que debería irme, muchas gracias por todo.
-No hay de qué Jake. Por cierto, avisa a todos de la fiesta de cumpleaños, nos gustaría que toda la manada acudiera al cumpleaños.
-Seguro, Quil estará encantado de venir con Claire, ella lo pasa muy bien con Nessie…
-Por supuesto. Que descanses Jake.
-Hasta mañana Bells. Hasta mañana Edward –dijo dirigiéndose al salón donde estaba mi marido.
-Hasta mañana Jacob. Recuerda no dejar ninguna astilla suelta, por favor.
-Sí, vale, vale… pero no le digas nada a Nessie, quiero que sea una sorpresa…

Mi amigo se fue, dejándome con la curiosidad. Mi marido no quiso decirme nada tampoco, así que debería esperar toda la semana para ser sorprendida también como mi hija.


Pasaron los días como si fueran horas. Mañana era por fin el cumpleaños de mi hija, y Jake la había llevado de caza mientras todos venían a casa a esconder los regalos. Sue vino para darnos la receta de su pastel de chocolate:
-Esta receta le encanta a tu padre Bella, hace un par de domingos hice pastel y entre Billy y el se comieron la tarta entera. –dijo sonriendo-. Menos mal que ellos cuidan de mí… Seth tiene muchas cosas en la cabeza, entre la manada y las clases… y Leah… bueno, es Leah. Siempre anda refunfuñando sobre porque el universo conspira contra ella y yo ya no sé qué hacer o qué decir.
-Sue, son adolescentes –le dijo Esme mirándola con su infinita compasión-, sean licántropos o vampiros… o simples humanos. Llega un momento en la vida que te planteas todo y, bueno, sólo puedes intentar que poco a poco cambie su visión, que la haga algo más positiva.
-Sí, lo sé, pero después de lo de Sam… quedó muy dañada, se aferró mucho a su padre… y ahora…-entristeció mucho-. A veces Billy me aconseja porque Jacob pasó algo parecido, pero él no es como mi hija, ella solo ve lo negro, no se que haré.
-Bueno Sue, si quieres puedo decirle a Jake que hable con ella, igual… no sé –le sugerí.

En ese instante mi padre entró por la puerta y la cara de Sue parecía más reconfortada. Mi padre sonrió y enrojeció levemente y levanto la mano a modo de saludo.

-Creo que será mejor que no. Si hago eso, además la tomará conmigo por ir contando su vida, se enfadará muchísimo… y no quiero que la pague tampoco con vosotros ni con Jacob. Sé que Billy se lo pidió discretamente, pero ella es muy testaruda.
-¿Sigue Leah con el mismo comportamiento? –Le dijo mi padre acercándose y poniendo su mano en el hombro de Sue-.
-Sí, así es. Sólo espero que con el tiempo se le pase.
-Ya verás como sí. –mi padre me miró con una expresión que no entendí muy bien… ¿pena? ¿Disculpa?-. Bella también pasó un momento como ese, y gracias a Dios se recuperó. Dale tiempo y deja que salga y conozca nueva gente. Esa chica es muy fuerte.
-Gracias Charlie, eres un gran amigo.

Mi padre volvió a sonrojar y le sonrió, pasando su mano del hombro más cercano al más lejano en un intento de abrazarla pero sin atreverse del todo a hacerlo.
En ese mismo momento, Seth entró a la cocina. Miro a mi padre y a su madre, se quedo algo bloqueado. Mi padre soltó el intento de abrazo y Sue miró hacia el horno y fue a abrirlo. Seth volvió en si en un solo instante:
-¡Vaya! Huele genial mami. ¿Es tu pastel de chocolate?
-Sí, pero nada de probarlo, es para la fiesta de esta noche.
-Sí lo sé, Emily me ha dicho lo mismo. –Puso cara larga- Pero podíais haber hecho de más para poder probarlas. ¿Y si resulta que está malo y no nos damos cuenta hasta después? Ya no habrá opción de volverlo a hacer.
-Seth… tú y los chicos no tenéis remedio.
-Dímelo a mí, -dijo Emily al entrar a la cocina cargada de cajas-. He tenido que traerlas todas yo por miedo a que ellos se las comieran de camino –comenzamos a reír y Seth agachó la cabeza avergonzado-. Menos mal que
ya os conozco -y le dio una de las cajas-, pero no habrá más hasta mañana.
-Gracias Emily, -le dijo dándole un beso en la mejilla, y salió corriendo de allí-.

Todos nos reímos, sobre todo cuando Emily se sonrojó un poco, pero en seguida se dio la vuelta y nos enseñó el montón de galletas que había preparado. Esme atendía muy bien a las lecciones de cocina que Sue le daba y mi padre estaba sentado mirándolas. Emily y yo nos pusimos a esconder los regalos, mientras escuchábamos a los chicos en el salón viendo algún partido.

Alice y Rose aparecieron al cabo de un rato y venían muy sonrientes. Nos dijeron que habían estado preparando el regalo de la pequeña, pero que era una sorpresa para todos.

Me quedé de piedra cuando Rose preguntó por Jacob. Salió como una bala buscando a Edward para que lo buscara y le entregara “su parte del regalo”. La verdad es que ya me tenían un poco harta con tanto secretito, porque además mi hija también compartía su inquietud conmigo. Creo que éramos las únicas que no sabían nada de la historia.
Edward vino a despedirse, me dijo que iba a ir a buscar a Jacob y a nuestra hija. La verdad es que me asusté al ver la cara de enfado de Edward.